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Churchill, de mal estudiante a primer ministro y Premio Nobel

Winston Churchill es un personaje clave para conocer el devenir del siglo XX y trascendental en la derrota de la Alemania de Hitler en la Segunda Guerra Mundial. Contra todo pronóstico logró mantener a su isla lejos de las zarpas nazis durante los momentos más delicados de la guerra.

Winston Leonard Spencer Churchill (1874-1965), fue un político, estadista, militar y escritor británico, que pasó de niño complicado a Premio Nobel de Literatura en una vida plagada de acción y aventura. Su personalidad fue muy controvertida, lo que le acarreó grandes detractores que afirmaron que «su mandamiento más importante era él mismo» y que «ningún hombre sin crueldad en su carácter podría haberle plantado cara a Hitler«. En la actualidad se ha puesto en duda el mito del personaje, aunque seguimos cometiendo el error habitual de revisar hechos y personas históricas con las «gafas» de nuestros tiempos. Sobre él se han escrito cientos de libros, entre ellos una treintena de biografías y ha sido llevado al cine en multitud de ocasiones (ver 10 interpretaciones de Winston Churchill).

Difícil relación con su padre

Fue un niño difícil para sus padres y profesores, lo que podemos catalogar de problemático que odiaba la escuela. Su padre era miembro del Partido Conservador y se ocupó poco del joven Winston, que en sus memorias apenas recordaba haber mantenido tres o cuatro conversaciones largas con él. Al dejar el colegio decidió entrar en el ejército y le costó hasta tres intentos para ingresar. Al final acabó en caballería, que era más fácil que infantería o marina, y «no tendría que andar tanto» y además «el uniforme era más imponente«. Esto no le gustó nada su padre que le escribió que terminaría siendo un desarrapado y un holgazán. Cuando contaba con 20 años, su padre falleció de sífilis y probablemente fue un respiro para el incipiente militar.

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Churchill en su juventud

Winston entra en el ejército

Cambió la universidad por ser oficial de caballería en la India primero y después en Sudán, mientras comenzaba su labor de escritor contando las aventuras en las refriegas en las que participó. En 1899, con 25 años, quiso comenzar su carrera política pero no resultó elegido y marchó de nuevo a la guerra, esta vez a Sudáfrica donde le esperaba la guerra de Boers, nuevas aventuras para sus libros.

El Churchill político

En 1908 Winston contaba con 33 años y el primer ministro británico le invitó a formar parte de su gabinete. Ese mismo año contrajo matrimonio con Clementine Hozie.

En 1911 alcanzó el puesto de Primer Lord del Almirantazgo y se encargó de la supervisión de la Marina Real. Pero estalló la Primera Guerra Mundial y se le hizo responsable del desastre de Galípoli donde los británicos tuvieron muchas bajas y Churchill tuvo que dimitir. De nuevo decidió probar en la política pero no resultó elegido hasta 1924 cuando los conservadores alcanzaron el poder y le asignaron la tesorería. La legislatura duró hasta 1929 cuando los laboristas volvieron a ganar. Los problemas económicos por malas inversiones le hicieron volcarse de nuevo en la escritura, tenía que buscarse la vida como fuera y eso no se le daba del todo mal al futuro nobel.

Los años 30 fueron muy complicados por la Gran Depresión aunque lo peor estaba por venir. A Winston estos años le afectaron muy negativamente tanto físicamente, había engordado notablemente, como mentalmente pues se encontraba relegado en su propio partido y muchos pensaban que su carrera política no daba más de sí. Él mismo escribirá que los años 30 fueron un paso por el «desierto de la política». Fue una voz siempre contraria a la Alemania de Hitler, opuesta a la política de apaciguamiento de los gobernantes ingleses. Aunque tampoco podemos olvidar que en los años veinte, Churchill mostró cierta simpatía por la Italia de Mussolini, algo que ya había olvidado diez años después. Las ideas de Churchill eran contrarias a las del primer ministro Chamberlain y su ministro de asuntos exteriores Halifax. Incluso el rey Eduardo VIII había respaldado esta política en 1936.

«El auge de Alemania hasta alcanzar a la paridad militar con Francia o Polonia supone una vuelta a una guerra europea a gran escala»

Winston Churchill en la Cámara de los Comunes (1933)

Mientras Alemania se rearmaba, el gobierno británico optaba por no iniciar ninguna previsión armamentística ya que Hitler les había «convencido» a todos que sólo perseguía la paz. Durante este tiempo Churchill permaneció arrinconado políticamente para «no molestar» a los Alemanes. Incluso tuvo un almuerzo bastante caluroso con Ribentropp, que por entonces era el embajador alemán en Londres, y le aseguró que si no aceptaban la expansión de Alemania «la guerra sería inevitable» pues «el führer está decidido«.

La inevitable guerra

En los meses previos al inicio de la contienda, los políticos ingleses seguían ajenos a la realidad, también los laboristas apoyaban al gobierno apaciguador y Churchill recibía abucheos cada vez que tomaba la palabra para criticar la actitud del gobierno. El 1 de septiembre Hitler dio la razón a Churchill con la invasión de Polonia y este regresó al gobierno siendo elegido primer lord del almirantazgo. A los pocos días recibió un mensaje del presidente de los Estados Unidos, Roosevelt, para crear una línea de contacto entre ambos. Casi dos mil mensajes se enviarán entre ambos durante el conflicto.

Winston Churchill
Winston Churchill

El 10 de mayo de 1940, con las ofensivas alemanas en Holanda y Bélgica previas a la invasión de Francia, Churchill sustituyó a Chamberlain en el cargo de primer ministro. Tenía ya 65 años y por delante una labor casi imposible. Curiosamente fue el propio Chamberlain, tan opuesto a Churchill en los últimos años, quién le sugirió al rey Jorge VI como el mejor candidato cuando el monarca había pensado en Halifax.

«La prioridad es que Estados Unidos entre en la guerra. Luego ya pensaremos en un plan de combate.»

Churchill (1940)

Al poco de llegar al poder sucedió la retirada de Dunkerque, toda una victoria ya que lograron evacuar de las playas francesas a un enorme contingente de soldados ante una extraña pasividad alemana. Probablemente debido a que Hitler buscaba forzar una paz y no quería una victoria aplastante que humillara a los británicos. En el gabinete de guerra se discutía la conveniencia de iniciar conversaciones de paz, y era el primer ministro el que siempre se oponía: «mientras yo esté al mando no se negociará con los nazis».

«Si la larga historia de esta isla debe llegar a su fin, que lo haga cuando cada uno de nosotros yazca en el suelo en un charco de sangre»

churchill

En aquel año de 1940 desde Alemania se pensaba que «Churchill y su banda», como se referían a ellos, serían expulsados del gobierno y las tácticas de paz de Halifax se impondrían. Estaban muy equivocados.

Los famosos discursos de Churchill

En aquellos tiempos tan dramáticos para el país, Churchill realizó sus más brillantes discursos: «Lucharemos en Francia, lucharemos en los mares y océanos, lucharemos en el aire […] defenderemos nuestra isla a cualquier precio […] hasta que Dios disponga que el Nuevo Mundo, con todo su poder y fortaleza, de un paso adelante para rescatar y liberar al viejo.» 

«defenderemos nuestra isla a cualquier precio…  hasta que el Nuevo Mundo de un paso adelante para rescatar y liberar al viejo»

ChurcHill

El «volcán coronado», como se refería a Churchill el secretario de guerra francés (por la humareda de sus puros), se sintió decepcionado con los mandos franceses. Escribió en sus memorias que se habían mostrado «divididos y sin dirección» ante la ofensiva alemana.

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En sus discursos Churchill mostraba toda su elocuencia

La batalla de Inglaterra

En agosto de 1940 interceptaron un mensaje alemán que iniciaba la ofensiva contra la isla, era el comienzo de la batalla de Inglaterra. El 20 de agosto realizó otro de sus discursos más recordados en su homenaje a la RAF: «Jamás en el ámbito de los conflictos humanos tantos han debido tanto a tan pocos«. Pero el 7 de septiembre el ejército alemán cambió diametralmente su táctica y comenzó a bombardear las ciudades, sobre todo Londres. Aunque todos temieron el cambio de rumbo, estaban firmando la derrota alemana en la batalla. Para Churchill, el día 15 fue la fecha culminante para el desenlace, estando en el centro de mando aéreo le habían confirmado que habían enviado todos los aviones que les quedaban, lo que significaba que no había reservas. Ese día los milagrosos Spitfire y los Hurricane abatieron el doble de aviones que los alemanes. En octubre los alemanes se dieron cuenta que no ganarían la batalla.

Los soviéticos entran en acción… y sobre todo los Estados Unidos

El ataque de Alemania a Rusia, iniciado el 22 de junio de 1941, supuso un nuevo enfoque del conflicto. Churchill no esperó y ese mismo día invitó públicamente a Rusia a unirse a los aliados contra Hitler. Y aún lo fue más con la entrada norteamericana tras el ataque japonés a Pearl Harbor el 7 de diciembre de 1941 (ver Roosevelt firma la declaración de guerra contra Japón). La reacción de Churchill fue eufórica ya que se dio cuenta que Inglaterra, Gran Bretaña y toda la Commonwealth… «vivirían» como contó en sus memorias. Además el destino de Hitler y Mussolini «estaban sellados«. Aunque también vivió tiempos tristes como las derrotas de Tobruk, que le hicieron «derrumbarse de la silla».

Las relaciones con Estados Unidos no siempre fueron buenas y hubo momentos de tensión. Tras la Conferencia de Teherán de 1943, el primer ministro británico fue consciente que su papel en el conflicto había cambiado y que la guerra marcaría el final del gran Imperio británico. Los norteamericanos lideraban por completo las ofensivas y los británicos apenas podían seguirles a la zaga. Pese a que siempre se ha pensado que les unía una gran amistad, sobre Roosevelt opinaba que era un hombre «sin una sola idea» y que solo les unía la guerra. Pese a todo se respetaban.

churchill yalta teheran
Entre las conferencias de Teherán (arriba, 1943) y Yalta (abajo, 1945) habían pasado solo dos años pero en el físico de Churchill parecía mucho más.

Los dos últimos años del conflicto afectaron notablemente a la energía de Churchill. De hecho ni siquiera su oratoria estuvo a la altura y no hubo grandes discursos como entre los años 1940 y 1942. Una muestra de ellos fue su último gran discurso de la guerra en mayo de 1945. Su entorno ya le cuestionaba, como el general del Estado Mayor Alan Brooke, que hablaba de Churchill como un lunático y mal estratega.

En la Conferencia de Postdam (julio de 1945) los estadounidenses le informaron de la bomba atómica (Proyecto Manhattan). Churchill siempre comprendió el enorme potencial de una nueva era y de paso como freno al que ya consideraba enemigo del futuro: los soviéticos. El británico intuía la futura Guerra Fría y más tras las decisiones acordadas en la Conferencia de Yalta (febrero de 1945) y las posteriores acciones de Stalin. Churchill visitó el búnker de Hitler en Berlín el 16 de julio de 1945, curiosamente el mismo día que se realizaba la primera prueba de arma nuclear en Nuevo México.

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Busto de bronce de Winston Churchill en Quebec

Final político y de la guerra

Su final político llegó incluso antes de la finalización de la guerra, pues su partido perdió las elecciones en julio de 1945. Es curioso que le arrancaran el poder justo en aquel preciso instante, sobre todo por el determinante papel que había tenido en los momentos críticos de la guerra. Pero como ya intuía el ya ex primer ministro, la guerra había demolido el Imperio. Tampoco habían cuajado sus ideas antisocialistas frente a los soviéticos de Stalin, como se demostró con la victoria laborista. Tras el retiro voluntario para escribir sus memorias, como veremos a continuación, en 1951 obtuvo un segundo mandato como primer ministro algo que los historiadores han catalogado de gran error. Lastrado por la edad y sus problemas físicos, se ponía en duda su capacidad para enfrentarse a los graves problemas del país, principalmente la maltrecha economía o la política exterior. En 1955 tuvo que admitir que su tiempo ya había pasado.

LA academia le premió con el NOBEL por su dominio de la historia y descripción biográfica, así como por la brillante y exaltada oratoria en defensa de los valores humanos.

Sus memorias y el Premio Nobel

Tras las elecciones de 1945, Churchill decidió comenzar a escribir sus memorias, que le ocuparían durante 8 años, hasta completar más de 4.800 páginas en 6 volúmenes referidos a la Segunda Guerra Mundial. Lo que no debemos olvidar es que se trata de un punto de vista personal, lleno de emociones y pensamientos propios, y en muchos casos lejos de la realidad. Pese a todo no deja de ser un documento de extraordinaria importancia. Su reputación iba en aumento y la última entrega de su gran obra fue en 1953. Ese mismo año recibió el polémico Premio Nobel de Literatura. Sin duda no se le otorgó por sus dotes con la pluma, ya que solo tenía una obra de importancia a sus espaldas, pero la academia le quiso premiar por la «su dominio de la historia y descripción biográfica» y por su «brillante y exaltada oratoria en defensa de los valores humanos.» 

Churchill V de la victoria
Churchill y su famosa «V» de la victoria

El final de Winston Churchill

En sus últimos años, y pese a los problemas físicos, se dio a la buena vida y a las fiestas. También le gustaba pasar temporadas en Marrakech (Marruecos), hospedado en el famoso hotel La Mamounia, donde se dedicaba a pintar. El 24 de enero de 1965 falleció en Londres a la edad de 90 años. Fue enterrado en la iglesia de Saint Martin, en Bladon, en una tumba donde se uniría su esposa años más tarde y la mayoría de sus hijos.

Estuvo casado 56 años con Clementine Hozier, con la que tuvo cinco hijos, de los cuales muchos tuvieron vidas desgraciadas. La mayoría tuvieron adicción al alcohol y dos de sus hijas murieron antes que Winston, una a causa de una sobredosis de pastillas. Su mujer también fue longeva, viviendo hasta 1977. Tenía 92 años.

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Tumba Winston Churchill (iglesia de Saint Martin en Bladon)

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