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Suvórov, el mariscal imbatible

Fue el azote de turcos, polacos y franceses, Aleksandr Suvórov (1729-1800) ha pasado a la historia como uno de los más grandes generales rusos, sino el que más. Tal fue la importancia de este personaje que llegó más allá de Mariscal, fue aclamado como Generalísimo, un rango que jamás se había otorgado en el Imperio ruso. Sin duda un militar de carrera incomparable que no ha sido los suficientemente reconocido por la historia.

“Entrena duro y lucharás calmado; entrena clamado y lucharás duro”
Suvórov

No fue un militar al uso, sino un auténtico líder para sus soldados. Acostumbraba a pasar las mismas penalidades que cualquier otro soldado, despreciaba los cómodos colchones de general, durmiendo en paja y tampoco aceptaba los enormes sueldos de otros militares del mismo rango.

Esto le acarreó no pocos enemigos ya que era muy crítico con la antiguas estrategias e incluso vestimentas militares. Demostraría con hechos que sus ideas revolucionarían los campos de batalla del siglo XVIII, llegando a participar en más de 60 batallas de las que no perdió ninguna. Algo que es muy difícil de encontrar en la historia militar.

Aleksandr Suvórov Alpes Curiosidades de la Historia
Aleksandr Suvórov cruzando los Alpes con los restos de su ejército

Hacía trabajar muy duro a sus soldados en largas marchas, pero este entrenamiento lograba que llegado el momento supieran perfectamente cómo actuar: “Entrena duro, lucha calmado”.

Participó con enorme éxito en la Guerra Ruso-Turca, en la famosa y cruel “Toma de Praga” y logró expulsar a los revolucionarios franceses del norte de Italia. Protegido y aclamado por la zarina Catalina I ‘la Grande’, tras la muerte de esta entró en desgracia. Su sucesor, el Zar Pablo I, siempre receló de él y no sentía ninguna simpatía por las revolucionarias tácticas de Suvórov, por lo que enseguida se lo quitó de en medio. Sin embargo los problemas en Italia donde habían entrado los franceses, hizo que el Zar volviera a recurrir a su «mariscal imbatido». Sus victorias y su espectacular marcha a través de los Alpes, al más puro estilo de Aníbal (evitando una derrota, pues no disponía casi de ejército ni artillería), le consagró como una leyenda. El zar le ascendió a un cargo desconocido hasta entonces: Generalísimo.

Sin embargo los recelos en la corte influenciaron en el Zar, que de nuevo dio de lado a un Suvórov muy mayor y cansado. Apartado por todos, falleció en San Petersburgo recién entrado en el nuevo siglo, sin conocer jamás la derrota en los campos de batalla.

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