Los Carbonari o Carbonarios fue una sociedad secreta nacida en la Italia de principios del siglo XIX. Formada por una burguesía patriota, tenía como objetivo librar a la península itálica de la influencia de las potencias extranjeras, basado en influencias liberales como la Revolución Francesa.
El origen de su nombre, Carbonari, se inspiró en el gremio de los trabajadores del carbón, al igual que otras organizaciones como los masones lo hicieron con la construcción.
Creado en Nápoles en plena invasión francesa, su primera intención fue luchar contra la presencia de las tropas de Napoleón. El emperador corso había creado el reino de Italia en el norte e impuesto a su mariscal Joaquín Murat como rey de Nápoles.
Los Carbonari tenían una una organización jerárquica con su ceremonia de iniciación, como cualquier otra logia. Sus miembros inicialmente pertenecían a la alta sociedad, como nobles o terratenientes, pero tras la expulsión de los franceses se unieron también las clases medias.
Tras la caída del Imperio Francés, con el Congreso de Viena de 1815, los carbonarios se volvieron contra el reinado absolutista del Borbón Fernando I en las dos Sicilias y sobre todo contra la influencia de países extranjeros como Austria.
Promovieron las revoluciones de las décadas de 1820 y 1830 pero se vieron incapaces de luchar contra las ayudas de los países europeos dominantes, como la Triple Alianza formada por Austria, Prusia y Rusia. En 1831 iniciaron una rebelión contra Módena y contra los estados pontificios y las ciudades bajo su influencia. La llamada del Papa a la intervención de Austria aniquiló a las tropas rebeldes y significó el fin de esta sociedad.
Los carbonari se extendieron por otros países como Francia o España, aunque en menor medida. Al parecer entre sus miembros tuvo personajes tan ilustres como Napoleón III, el último monarca francés.
Apenas había durado un cuarto de siglo, pero la influencia de los Carbonari permaneció viva y sería el germen perfecto para el movimiento llamado “Risorgimiento” que desembocaría en la unificación definitiva italiana. En marzo de 1861, Victor Manuel II de Saboya se convertía en rey de Italia, aunque hasta 1870 no lograría convertir Roma en su capital. El Papa no reconoció la nueva situación en la llamada «cuestión romana” que fue resuelta en 1929 con el Pacto de Letrán entre el Papa Pío XI y Mussolini.
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Muchas gracias Orlando!! Un saludo 🙂