España y Portugal van de la mano en su historia larga y dilatada desde sus orígenes en la prehistoria hasta la más estricta actualidad, incluyendo crisis económicas y dictaduras de por medio. Será durante (o, mejor dicho, al final de) la dictadura de António de Oliveira Salazar (1898-1970) cuando Celeste Martíns Caeiro (Lisboa, 1933) marcará un antes y un después en el país vecino, con un sencillo acto, aunque de ella poco se hable.
Viajemos mentalmente al año 1974, corren las 00:20 de la madrugada y en la Radio Renascença portuguesa suena la canción «Grândola, vila Morena» de Zeca Afonso. Es la señal que los capitanes del Movimiento de las Fuerzas Armadas (MFA) habían marcado para poner en marcha el golpe militar que pondría fin a la dictadura más vieja de Europa. El levantamiento militar del pueblo, cansado tras cincuenta años de dictadura es un hecho.
A las 9 de la mañana una joven Celeste Caeiro se dirige diligentemente hacia el restaurante donde trabaja coordinando el ropero. Ese día se festejaba un año de la apertura y se iba a celebrar una fiesta, en donde a las mujeres se le regalará un cravo (clavel) y a los hombres una copa de vino. Cuando llega al local el gerente les ordena a todos los trabajadores ir al almacén, repartirse los claveles que habían comprado entre los trabajadores para que no se estropeasen y volver a casa porque había estallado la revolución.
Ella, de ascendencia gallega, madre soltera y militante del Partido Comunista (y obviamente contraria a la dictadura) decidió acercarse a la Plaza del Rossio, centro neurálgico de Lisboa, para investigar por sí misma qué era lo que estaba sucediendo. A la entrada de la Calle del Carmo se encontró con los tanques, que esperaban para dirigirse al Cuartel del Carmo en donde se encontraba el ministro y heredero del régimen, Marcelo Caetano.
“Si quiere tome, un clavel se le ofrece a cualquier persona”
Celeste Caeiro a un soldado
Ella preguntará qué es lo que está sucediendo al primer soldado que se encuentra, y el mismo soldado que la informa acerca de las novedades le pide un cigarro, pero ella no fuma y todo está cerrado por lo que tampoco puede comprar. Lo que sí tiene son claveles rojos y blancos (cravos, en portugués) y le ofrece uno “Si quiere tome, un clavel se le ofrece a cualquier persona”. El soldado, que se encuentra encima del tanque, lo acepta y él mismo lo coloca en la boca del fusil. Y este acto lo cambiará todo.
Ella irá repartiendo los claveles al resto de los compañeros militares que imitaron el gesto hasta repartir todas las flores, desde el Chiado, hasta la Iglesia de los Mártires. Horas más tarde, los floristas se fueron sumando a esta simbólica acción y comenzaron a distribuir sus flores, símbolo hoy de la libertad y lucha contra el fascismo en Portugal.
Este gesto tan sencillo es el que da nombre a la fiesta nacional portuguesa que se conmemora cada 25 de abril, en donde todo el pueblo sale a la calle a manifestarse portando la valiosa flor, ese clavo que permitió que la revolución no derramase sangre y la democracia entrase en el país luso. En 1999 la poeta Rosa Guerreiro Días le dedicará el poema Celeste em Flor, que reproducimos a continuación:
Tu foste de palmo e meio
De voz doce e olhar brilhante.
Falas hoje sem receio
Desse momento importante.Foste o vaso, foste a terra
Onde o craveiro aflorou.
E assim amainaste a guerra,
A guerra que não sangrou.Com um molho de cravos na mão
Andaste p’la Baixa à toa
Sem saber da revolução
Que se passava em Lisboa.À Rua do Carmo chegaste,
Viste soldados armados.
Mas tu não te atrapalhaste
Deste Cravos Encarnados.Deste um cravo a cada mão
Mais nada tinhas p’ra dar
E o tropa com emoção
Na espingarda o foi espetar.Com este gesto, mulher
Trouxeste ao país Glória.
Não és uma mulher qualquer
Nem qualquer uma entra p’rá História.És somente portuguesa
Uma mulher em tantas mil
Mas irás ser com certeza
Mulher dos cravos de Abril.
Irónicamente, hasta el día de hoy el gobierno portugués no le ha realizado ningún homenaje o reconocimiento a pesar de lo valioso que fue su acto, el cual conmemora la población portuguesa (y extranjera) anualmente.
A modo de venganza, se la puede ver en muchas manifestaciones en contra de las medidas contra la austeridad impuestas por el gobierno a pesar de su ya avanzada edad (cumplirá 89 años en 2022) al sobrevivir con una pequeña pensión que no asciende los 400€ mensuales, de los cuales casi 200€ es de alquiler. Motivos tiene de sobra contra lo que protestar…
Y es que, aunque fueron los militares los autores del levantamiento y los políticos los responsables de la transición, esta mujer será recordada como la responsable de que el 25 de abril pasase a la posteridad como la «Revolución de los Claveles».
Dejo a la moral de cada cual el analizar si esta Revolución estuvo bien o estuvo mal. De si fue un acontecimiento nostálgico o necesario, realista o fantasioso. Quedémonos con el trasfondo de que gracias al acto de Celeste y el querer del resto del pueblo portugués, por las calles lisboetas no corrió sangre, como suele ocurrir en las grandes revoluciones.
En el caso de Celeste Caeiro, no hablamos de una artista o mecenas, pero sí una musa. Todos hemos escuchado hablar de la Revolución de los Claveles de 1975, pero ¿Habíamos escuchado hablar de Celeste? Pienso que sí se merece ese homenaje, llamarla Heroína de la Historia.
Recordemos los versos de la poeta Rosa Guerreiro: Não és uma mulher qualquer. Nem qualquer uma entra p’rá História (no eres una mujer cualquiera. Ni cualquiera entra para la historia).
Muy buen artículo!! Felicidades
Muchas gracias Rocío!!