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Los debates sobre el dibujo y el color en la pintura veneciana

Durante el siglo XVI se vivió en Italia un intenso debate sobre la preminencia en pintura del disegno (dibujo) o colorito (color). Estas dos opciones representaban a la pintura de dos zonas de Italia. El dibujo era defendido sobre todo por la pintura centro-italiana siendo su máximo representante Miguel Ángel mientras que la pintura veneciana se decantaba por el colorido siendo su adalid Tiziano. Este debate esconde una forma de entender la pintura y la estética: la sensualidad y la naturaleza que según algunos teóricos determinaba el color o la razón y el intelecto determinado por el dibujo.

La importancia de la estética veneciana y su colorido se puede ver en las obras de Rubens o Velázquez

Aunque este debate se había establecido anteriormente tiene su punto álgido entre 1548 – 1557. El desencadenante fue la publicación de las Vidas de Vasari en 1550. Esta obra es una apología de la pintura centro – italiana y su mayor representante Miguel Ángel minusvalorando a la pintura veneciana y por ende a Tiziano. Se señalaba que los pintores venecianos eran grandes coloristas, pero no dominaban el disegno. Estas ideas eran avaladas por otros teóricos como Lomazzo, Francesco Doni o Michelangelo Biondo.

El Lavatorio de Tintoretto
‘El Lavatorio’ de Tintoretto (1549) (Museo del Prado, Madrid)

Para entender esta disputa hay que reflexionar sobre el contexto histórico y eventos como el Saco de Roma producido por las tropas imperiales en 1527. Todo ello provocó una diáspora de intelectuales y artistas que se trasladaron a otros lugares de Italia como Venecia, difundiendo la maniera o reglas pictóricas creadas por artistas como Miguel Ángel. Ejemplos destacados de este traslado de artistas son Sebastiano de Piombo, Serlio o el mismo Aretino.

El debate artístico dividía italia, con el centro a favor del dibujo (Miguel Ángel) y los venecianos que apostaban por el color (Tiziano)

La publicación de esta obra provoca la aparición de una serie de tratados literarios que van a responder a las Vidas de Vasari y por lo tanto van a defender la pintura veneciana y el color. Todo ello soluciona una de las críticas que se hacían a la pintura veneciana consistente en la falta de un corpus documental teórico que si tenían sus adversarios. Los defensores del disegno se basaban en obras como De Pictura de Alberti de un acusado sentido científico. Por lo tanto, a la pintura veneciana le faltaba esa reflexión teórica que es solucionada en este momento. No obstante, los tratados venecianos se caracterizan por basarse en géneros literarios. Todo de ello está realizado con la defensa de la pintura como arte intelectual y por lo tanto noble.

Según los tratados de la pintura veneciana, el colorido se asociaba con la naturaleza y su objetivo era imitarla

Una de las obras que hay que citar como antecedente es el Diálogo de la Pintura realizado por Paolo Pino en 1548. Esta obra parece llegar a una concordia señalando que disegno y colorito son complementarios y no contrapuestos. También es importante la división que realiza de la pintura en tres partes: invención, dibujo y colorido. Esta división tripartita surge por la asimilación de la pintura a los géneros literarios y la retórica, y así la invención sería la Inventio, disegno – despositio y elocutio – colorito.  Además, es muy crítico con el excesivo cientifismo de ciertos tratados como el de Alberti. Juan Bautista son puestas como ejemplo.

Orlando furioso 1551 Lodovico Dolce
‘Orlando furioso’ de Lodovico Dolce (1551)

Tal vez la obra más importante en este sentido es el Diálogo de la pintura, denominado Aretino realizado por Lodovico Dolce en 1557. Esta obra intenta ser una réplica a la obra de Vasari defendiendo la pintura veneciana a través de la obra de Tiziano. Esta obra surge por la colaboración de Tiziano con el autor y es una defensa de la pintura del artista frente a otros pintores venecianos como Tintoretto o El Veronés. No obstante, debemos señalar otros textos como el Dialogo nel quale si ragiona delle qualita diversa e propietá i colori y las Letteri diversi de Dolce o las cartas de Aretino. Las cartas de Aretino defendiendo la pintura de Tiziano son especialmente importantes debido al destacado lugar que ocupa en el mundo intelectual veneciano y a sus juicios de estética. Obras de Tiziano como Venus y Adonis o San Juan Bautista

Retrato de Pietro Aretino de Tiziano
‘Retrato de Pietro Aretino’ de Tiziano (1545) (Palacio Pitti, Florencia)

en la Academia de San Lucas de Roma surgió la polémica entre los defensores del color (coloristas) y los que defendían el dibujo (formalistas)

Estos tratados ayudaron a definir la escuela veneciana y sus características estéticas al igual que intentaban dar herramientas a los lectores para que hiciesen un juicio crítico de la pintura. No debemos olvidar que, a pesar del debate, la pintura veneciana fue apreciada por los coleccionistas durante todo el siglo XVI. Así se enfatizaba que la pintura veneciana era aquella en la que el pintor aplicaba correctamente los colores, se basaba en la naturaleza, era sensitiva, daba importancia al claroscuro y al paisaje al igual que a los efectos lumínicos. No se menospreciaba el dibujo, pero se criticaba el excesivo linealismo. El colorido se asociaba con la naturaleza y se señalaba que el objetivo de la pintura era la imitación de la naturaleza. Por tanto, el artista perfecto sería aquel que mejor representa la naturaleza y el dibujo se debe perfeccionar con el color. Según los escritos de Aretino y Dolce, Tiziano sería el mejor representante de este paradigma.

Autorretrato Tiziano 1562
‘Autorretrato’ de Tiziano (1562) (Museo del Prado. Madrid)

No obstante, esta disputa continuó en los siglos posteriores. Por ejemplo, se podría señalar la polémica entre los miembros de la Academia de San Lucas en Roma a raíz de las ideas de Zuccaro y que dividió a los defensores del color o coloristas frente a los que defendían el dibujo denominado formalistas durante el siglo XVII. Esta polémica se difundió por Europa y lo podemos observar si analizamos los tratados de arte de Pacheco o Carducho. Si bien muchos de estos tratadistas acaban defendiendo el disegno en otros como Pacheco podemos observar cierto eclecticismo. No obstante, la importancia de la estética veneciana y su colorido fue determinante como podemos ver en Rubens o en Velázquez en obras como la Fabula de Aracne.

Fábula de Aracne Velázquez
‘Las hilanderas’ o ‘La fábula de Aracne’ de Velázquez (1655-1660) (Museo del Prado, Madrid)

Otro de los ejemplos de esta disputa la podemos ver en la controversia en las academias francesas durante la segunda mitad del siglo XVII entre los defensores del dibujo y su aspecto intelectual llamados clasicistas o antiguos frente aquellos que defendían la pintura veneciana y el color denominados modernos. Al final las tesis de los modernos se imponen en el siglo XVIII durante el Rococó.

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