Sefie es una palabra muy reciente, de principios de nuestro siglo, que significa literalmente autofoto ¿Cómo puede ser un artista del siglo XV como Durero el rey de una forma artística del XXI? Nos hemos tomado la pequeña licencia de incluir entre los «selfies» los autorretratos que tanto se pusieron de moda con el Renacimiento y que dieron fin al anonimato medieval.
El primer selfie de la historia data de 1839, cuando el pionero de la fotografía Robert Cornelius se fotografió a sí mismo tras una larga exposición de cerca de un minuto. El norteamericano no fue consciente entonces de lo que iba a significar su inocente autofoto para el mundo casi dos siglos después. No podríamos imaginar redes sociales como Instagram o Snapchat sin este tipo imágenes. Incluso esta moda de aparecer en las obras también surgió en el cine, por ejemplo con los famosos cameos de Alfred Hitchcock que siempre aparecía al comienzo de sus películas.
Pero como hemos comentado, mucho antes del invento de la fotografía, todos lo retratos se hacían a pincel y allí surgió una nueva forma de plasmar al autor, el autorretrato.
Con el Renacimiento Italiano se inició una nueva y revolucionaria etapa en el arte y la reivindicación del autor puso de manifiesto la importancia de los creadores que comenzaron a firmar sus obras. El siglo XV puso fin al «anonimato» de los artistas y en 1500 apareció una nueva forma de mostrar al autor: el autorretrato.
Aquí es donde aparece Alberto Durero (1471-1528) siendo el primero crear una obra basada en su propia imagen en 1500 con su Autorretrato, conservada en el Alte Pinakothek de Munich. Firmada con las iniciales AD, incluyó una inscripción para no dejar lugar a dudas: «yo, Alberto Durero de Nuremberg, me pinto a mi mismo».
«Por consiguiente, yo, Alberto Durero de Nuremberg, me pinto a mi mismo con colOres indelebles a los 28 años de edad.»
Inscripción en la obra ‘autorretrato’ de Durero
Antes de Durero otros pintores se habían incluido en obras como parte de ellas, por ejemplo Andrea Mantegna en 1473 o Benozzo Gozzoli en 1489.
La costumbre de aparecer en la obras, al menos como parte de ellas, fue una costumbre popularizada por los artistas flamencos como Jan van Eyck, que sutilmente aparece en el espejo como testigo de la boda en su famosa obra Matrimonio Arnolfini (National Gallery, Londres). Velázquez usa su imagen como reivindicación en Las Meninas (Museo del Prado) y además muestra su categoría de noble como caballero de la Orden Santiago (aunque curiosamente aún no lo era).
La gran mayoría de los grandes pintores de la historia se han retratado, como Rafael, Tiziano, Rubens (del que ya tratamos en Las huellas venecianas de Rubens), Rembrandt, Van Gogh, Goya o Picasso. Pero requiere una mención aparte una de las pintoras más importantes del renacimiento, Sofonisla Anguissola. La pintora de corte de Felipe II, desarrolló magistralmente esta técnica desde sus comienzos e incluso se llegó a retratar a la edad de 90 años.