La princesa de los Ursinos fue un personaje muy influyente de la corte del rey Felipe V, primer Borbón en España, y que además hacía de confidente del rey francés, toda una “espía” de la época.
Marie-Anne de la Trémoille (1642-1722) fue una noble francesa cuyo segundo matrimonio con el aristócrata italiano Flavio Orsini, le valió en España el sobrenombre de la Princesa de los Ursinos, españolizando el apellido del duque de Bracciano.
La Ursinos llegó a España en 1701, ya viuda, acompañando a la primera esposa del rey español, María Luisa de Saboya. Pronto se convirtió en su confidente y en su Camarera Mayor, es decir, en su mano derecha. Así comenzó a dominar los entresijos de la corte, manejando las intrigas entre Madrid y Versalles, aunque sufrió altibajos en ambas cortes.
El problema llegó con el fallecimiento de la reina en 1714. La “princesa” usó su influencia en el entorno del monarca para buscar una nueva reina que le permitiera mantener su poder e influencia, es decir, buscaba una reina de perfil bajo, fácilmente controlable. La elegida fue Isabel de Farnesio, selección que consensuó con el cardenal y consejero del rey, Giulio Alberoni.
Hubo dos cosas que no podía imaginar la Trémoille. La primera que «la Farnesio» no iba a ser nada fácil de manejar y desde luego nada que ver con la reina anterior. La segunda que solo tendría con la nueva reina un único y fugaz encuentro.
Algo grave debió suceder entre la Ursinos y la nueva reina, ya que la «princesa» abandonó España al día siguiente para no volver jamás
El encuentro con Isabel de Farnesio
Isabel de Farnesio y Felipe V se habían casado por poderes en Parma, el 16 de septiembre de 1714, y a los pocos días emprendió el viaje a nuevo destino. La misa de velación se realizó en Guadalajara, cuatro días antes del nuevo año. Y fue durante el camino a ese destino, donde se produjo el encuentro en la villa de Jadraque. La propia Ursinos salió a su encuentro antes incluso que el propio rey. El 23 de diciembre tuvieron el encuentro, del que poco se conoce con certeza salvo sus consecuencias: la Ursinos salió al día siguiente de España para no volver jamás.
¿Qué sucedió entre Isabel de Farnesio y la Ursinos?
Isabel de Farnesio llegaba acompañada por el Marqués de Santa Cruz, Mayordomo Mayor del Rey. Al parecer la nueva reina no destacaba por belleza, incluso el propio monarca sabía que su supuesta “fealdad” era fuente de rumores.
Según las últimas noticias que había recibido la «princesa» la hacían ver que no sería tan fácil de domar a esta nueva reina y decidió arriesgarse lanzando un órdago… La cogió por la cintura y la hizo dar un par de vueltas. Tras examinarla, hizo referencia a lo mal formada que estaba y su gordura. Ese trato tan despectivo y arrogante no lo pasó por alto la parmesana e inmediatamente exclamó gritando que le quitaran de su vista aquella ”vieja loca”… y que la echaría de España.
Dicho y hecho, ese mismo día, por orden expreso de la reina, la princesa de los Ursinos partió para la frontera sin tan siquiera recoger sus enseres y pertenencias, solo con una de sus doncellas como acompañante y rodeada de medio centenar de soldados del rey. Todos conocían su poder (hasta entonces) y algunos incluso pidieron, en balde, a Isabel que recapacitara su decisión.
También existe la posibilidad de que la Ursinos pensara que Isabel no hablaba nada de español y por ello hablara con tanto desparpajo y pudo hacer estos comentarios sobre su belleza o su talla al marqués que la acompañaba.
Lo más factible del desencuentro es que simplemente Isabel conocía su influencia sobre el monarca y no quería a nadie entre ella y el rey. Es por ello que pudo forzar su salida para tenerla lo más lejos posible, aunque, dado su carácter tan inmediato, es muy probable que sucediera algún episodio conflictivo.
Las descripciones de la época debemos tomarlas con precaución y más si eran referidos a una reina. Al parecer era alta, bien formada y un poco rolliza. Tenía un aire altivo y una mirada dominadora pero su rostro estaba marcado por la viruela y eso era probablemente lo que más la deslucía. Era, además, una mujer muy versada, conocía varios idiomas, le gustaba la política, la historia y el arte. Era una mujer con carácter y formación que cumplía plenamente lo que el rey esperaba de ella.
Pese a la supuesta influencia que tenía la princesa con el monarca, este no dudó en hacer cumplir la voluntad de su nueva esposa. La francesa esperó en balde una reacción del rey que nunca llegó. A los pocos días, y en medio del crudo invierno, llegó a Bayona entre la ira y la desesperanza, y finalmente tuvo que salir del reino que tan controlado había tenido durante tantos años.
La boda real se celebró en el Palacio del Infantado de Guadalajara, donde la pareja pasó la primera noche juntos y pudieron dar rienda suelta a su fogosidad (sobre todo la del rey) pues, al parecer, no salieron de su alcoba durante casi un día entero… habladurías de la época.
¿Y qué pasó con la Trémoille?
La princesa de los Ursinos se marchó a Francia, donde tampoco era ya del agrado de Luis XIV. Peor le fue tras la muerte del Rey Sol al año siguiente. Fue vetada por el duque de Orleans y tuvo que abandonar también Francia, pasando por Holanda antes de terminar en Italia. Su camino la llevó hasta Génova, pasando sus últimos días en Roma, donde ayudó a formarse en política al Viejo Pretendiente, Jacobo Francisco Eduardo Estuardo, aspirante al trono inglés y escocés (como Jacobo III de Inglaterra y VIII de Escocia). Fue en la Ciudad Eterna donde falleció un 5 de diciembre 1718 a los 80 de edad, probablemente añorando el poder que tuvo en sus manos.
Interesante artículo.
Un mínimo apunte: tienes una errata en la fecha de nacimiento de Marie-Anne de la Trémoille, que supongo que te ha bailado un 4 por un 6.
Exacto Milhaud, la hemos sumado muchos años :), Muchas gracias por avisar!!