Doménikos Theotokópoulos (Creta, 1541- Toledo, 1614), El Greco, es el pintor extranjero más importante de los que trabajaron en la España del siglo XVI. De orígenes artísticos bizantinos, hacia 1567 se desplazó a Venecia en donde permaneció sólo tres años, pero lo suficiente como para dominar el modelo pictórico veneciano y conocer la obra de Tiziano y de sus seguidores Tintoretto o Jacopo Bassano, como nos muestra en su obra La Curación del Ciego (1567).
La Trinidad (1577-1579)
Gracias a él la pintura italiana del Cinquecento llega a España, de Roma traerá el tratamiento anatómico de Miguel Ángel (obra que conocerá tras su estancia en Roma) y al cual respetará toda su vida y de Venecia el desarrollo de la pincelada, el color o la desmaterialización de los espacios, que lo acompañará durante toda su carrera y que vemos en la obra La Trinidad (1577-1579).
Los tres años de estancia en Venecia marcarán profundamente su obra, pasando a utilizar la pintura al óleo en vez del temple, debido a que Venecia al ser tan húmeda no resistía ese tipo de obras en general. La técnica de manchas o borrones será imprescindible en la pintura del griego, algo que aprenderá de Tiziano y que en su momento lo había aprendido de Giorgione. Esa Sprezzatura de hacer fácil lo difícil en todos los aspectos de la vida y del trabajo asemejase algo innato en el griego será otra de sus marcas distintivas. De Tiziano aprenderá la resolución del color y la luz, así como la realización del naturalismo aunque no se conozca una relación directa entre ambos.
El Greco llega a España
El Greco llega a España en 1577 pero tras ser rechazado por Felipe II con El martirio de San Mauricio y la Legión Tebana (1580-1582) en donde ya vemos el juego de posiciones manieristas y la pincelada colorida veneciana se desplaza hacia Toledo. Allí mostrará su conocimiento de la obra de Tiziano, recreando su Asunción de la Virgen (1577-1579) de Santa María dei Frari. En ella aumentará la escala a un tamaño superior incluso que el de su predecesor, comenzando a construir su propio espacio arquitectónico (o deshacerlo con las nubes más bien).
La adoración del nombre de Jesús (1577-1580)
En Alegoría de la Liga Santa o Adoración del Nombre de Jesús (1577- 1580) vemos otro símil con el cadorino y La Gloria de Carlos V (1551), con el monarca en pose reinante y de perpetua adoración. Se comprueba igualmente otro guiño a la monarquía, con una expresividad absoluta de dominio del color deudora de Tiziano, para mostrar una vez más su maestría a Felipe II. A la par, se encontrará realizando el Expolio (1577-1579) para la catedral de la ciudad, en donde vemos el uso del color rojo tizianesco utilizado con gran dramatismo y profundidad en su túnica, las formas y calidades se perfilan con los colores y el paisaje es casi inexistente mostrándonos un horror vacui espacial que le acompañará casi constantemente.
El Expolio (1579)
Entierro del Señor de Orgaz (1577-1579)
En las obras anteriores se comprueba perfectamente una diferenciación de registros, pero va a ser con una de sus obras maestras El Entierro del Señor de Orgaz (1586-1588) en donde el Greco mostrará su faceta más personal. Una doble composición en donde contrastan los naturalistas personajes terrenales con la vocación sobrenatural de las figuras en la Gloria celestial,con iconografía oculta y retratándose entre los comitentes. La luz y el color es imprescindible en un juego dinámico de figuras simétricas que parecen no finalizar, las miradas acompañan los movimientos y las calidades de los objetos se corresponden con la pertenencia social de los retratados. La gama cromática es perfecta.
Las personas físicas asemejan estar en la capilla y las místicas flotando en el cielo, la lividez del fallecido contrasta con su propia armadura así como con los ropajes de los religiosos que lo entierran.
‘el Entierro del Señor de Orgaz‘ es su obra más personal, donde combina la luz y el color formando una gama cromática perfecta.
Autores como Pallucchini (1966) lo establecen como el culmen al manierismo italiano en la corriente veneciana, en donde se repiten una y otra vez los movimientos y figuras estilizadas, algo común con otro gran artista veneciano, Tintoretto, para crear a su maniera. Para realizar esas repeticiones, ambos utilizarán moldes de barro, algo que Pacheco lo considerará un ejemplo de profesionalidad al ser un seguidor más cercano a la escuela del dibujo florentino-romana que del color veneciano.
También comparte en esas composiciones complejas, luces artificiales y modelos gracias a las experimentaciones con los escenarios y perspectivas, la teatralidad y perspectiva como en la obra que realizan ambos La Expulsión de los mercaderes del Templo (ca.1600), en donde también se aprecian influencias palladianas. No obstante, el tipo de obra con el que se relaciona al Greco con Tintoretto serán sus retratos, que lo harán famoso e inmortal en la pintura (y en donde también conseguirá el reconocimiento).