Escipión el Africano, el gran general que se impuso a Aníbal y derrotó a los cartagineses en la Segunda Guerra Púnica, tuvo que soportar el acoso de políticos poco agradecidos a su enorme labor para la República y que no cesaron en tratar de desacreditarlo. Acusado de corrupto, fue llevado a juicio en un proceso que siguió tras su muerte. Algo similar le ocurriría muchos siglos después a Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, y sus famosas cuentas.
Publio Cornelio Escipión (236 a.C. -183 a.C.), el vencedor en Zama, fue acusado de apropiación indebida, es decir de robar, y obligado a rendir cuentas. El cabreo del general fue tan grande cuando lo apareció en el Senado arrojó las cuentas contra el suelo. Pero no todo iba a quedar ahí, Publio tenía algunos enemigos como Marco Porcio Catón, el Viejo, que inició una nueva causa contra él por soborno e incluso logró llevarlo a juicio aunque las pruebas eran escasas y antiguas, de la época de Sicilia.
Catón instigó a los Petilios, entre ellos a Quinto Petilio, tribuno de la plebe, para que cursaran la denuncia por apropiación indebida de dinero por el rescate de un prisionero, entre otras cosas. Su defensa de Escipión fue histórica y su discurso fue tan contundente que cuando terminó salió hacia el Capitolio a realizar un homenaje a los dioses y la gran mayoría de los presentes le acompañaron, quedando los acusadores prácticamente solos en el hemiciclo romano: «... yo voy a subir al Capitolio directamente desde aquí para rendir un homenaje a Júpiter Optimo Máximo, a Juno y a Minerva...». Un día como aquel, el veterano general había logrado vencer en la batalla contra Aníbal en África.
«Desde los 17 años hasta la vejez vosotros siempre os habéis anticipado con vuestros honores a mi edad, y yo he ido con mis actos por delante de vuestros honores”
Publio Cornelio Escipión
Después de aquello el general Escipión desapareció, debía intuir un futuro complicado para la República y se recluyó en su villa de Liternino, cerca de Nápoles, quizá recordando sus grandes gestas, como su legendaria entrevista con Aníbal. Pero no todo iba a quedar ahí, sus detractores siguieron insistiendo y tiempo después fue de nuevo citado a rendir cuentas, aunque pudo disculparse por problemas de salud. Las acusaciones seguían pendientes y fue Tiberio Graco, tribuno de la plebe, que estaba casado con Cornelia, hija del Africano, quién defendió su honor: «¿Para eso derrotó a los generales cartagineses? ¿Para estar a vuestros pies?». El discurso de Tiberio conmocionó el Senado y la opinión general se volvió contra los acusadores. El proceso judicial fue anulado… por el momento.
«¿Para esto derrotó a los generales cartagineses? ¿Para sucumbir a los Petilios?»
Tiberio GRaco en defensa de Escipión
Sus detractores no iban a descansar ni aun después de muerto. Escipión el Africano falleció en el 183 a.C. a los 52 años, probablemente al mismo tiempo que Aníbal, pero Catón no iba a respetar su memoria ni en su ausencia. Como escribió Tito Livio, su muerte revitalizó el odio de sus adversarios. Forzó una nueva investigación qué extendía a la familia de Publio y de nuevo Tiberio Graco, como autoridad de tribuno de la plebe, ordenó la absolución de Escipión por los méritos obtenidos. Para contentar a los acusadores, ordenó decomisar los bienes de su hermano Lucio, que supuestamente había recibido lo robado por el general. Sin embargo cuando fueron a buscar el dinero, se dieron cuenta de que no había nada de la «gran fortuna» acumulada por el héroe de Cartago.
Finalmente, ya de manera definitiva, después de mucho batallar tanto los campos de batalla como en el Senado, incluso después de muerto, Escipión, quizá el mayor general de la historia de Roma, fue definitivamente rehabilitado.
breve y al grano, la historia de uno de los más grandes generales de la historia, pero sobretodo de un gran romano.