Estas históricas palabras fueron pronunciadas por el almirante irlandés Guillermo Brown, al mando de la escuadra Argentina en su enfrentamiento contra una superior armada brasileña en el Combate Naval de «Los Pozos», englobado dentro de la llamada ‘Guerra del Brasil’.
Entre 1825 y 1828, Argentina y Brasil se enfrentaron en un conflicto motivado por le invasión años antes de la actual Uruguay por parte brasileña y el deseo de esta de tener el control sobre el río de la Plata. Dentro de ese conflicto se sucedieron las batallas y una de ellas fue batalla naval de los pozos. El Emperador brasileño Pedro I deseaba de una vez por todas tomar el control del Río de la Plata y ordenó formar una gran flota para acabar con la flota Argentina. La armada argentina era escasísima pero estaba comandada por el brillante irlandés Guillermo Brown.
El 11 de junio de 1826 la imponente armada brasileña se acercaba a Buenos Aires con 31 barcos de guerra. Ante esto Argentina poco podía oponer. Bown sólo contaba con 11 barcos de los cuales 7 eras cañoneras. Las naves mayores eran el buque insignia “Veinticinco de Mayo”, una fragata bastante vieja y junto a esta dos bergantines y una barca. En total contaban con 78 cañones y 730 hombres frente a 260 cañones y 2300 hombre de los imperiales. Curiosamente nuestro Almirante dejó a Tomás Espora la nave principal y se puso al mando de la cañonera nº12. El enfrentamiento fue muy cerca de la costa por lo que los habitantes de la ciudad de Buenos Aires fueron testigos de excepción. Pese a estar cerca de la costa se desarrolló en unas zonas con bastante profundidad por lo que recibió el nombre de “los Pozos”. Ante la inminente llegada de los brasileños, Brown espoleó a los suyos con la histórica frase:
¡Fuego rasante, que el pueblo nos contempla!
Ante unos 10.000 espectadores bonaerenses, el combate se inició a las 14:00h. Los barcos de mayor calado de la escuadra imperial no lograron acercarse lo suficiente a los barcos argentinos por temor a quedar varados. Ante la llegada dos nuevos refuerzos en forma de bergantín y goleta, Brown atacó con sus cañoneras a la fragata brasileñas Nictheroy . Tras James Norton, capitán inglés al mando de la flota imperial brasileña, optó por la retirada. No hubo vencedor numérico pues el intercambio de cañonazos fue breve pero para los argentinos fue una gran victoria moral. El propósito imperial no se había cumplido y se había demostrado que sería muy difícil bloquear el río de la plata.
Durante los dos años que quedaban de guerra hubo más batallas y el desenlace significó la creación de un nuevo país, Uruguay y Brasil renunciaba de manera definitiva a dominio del río de la plata.