Ser considerado como hidalgos de bragueta significó una salida para muchas personas humildes en plena crisis económica y social de un país en decadencia.
La crisis del siglo XVII
La España de comienzos del siglo XVII se vio inmersa en una gran crisis. Con el nuevo siglo el país se tuvo que enfrentar a una serie de graves problemas económicos y demográficos. Por ejemplo Castilla, el reino hispánico más poblado, inició un descenso notable de la población, perdiendo cerca de un millón de habitantes en menos de medio siglo. Los hidalgos de bragueta trataron de revertir el problema poblacional.
Hidalgos de bragueta
Para intentar solventar la despoblación, tan necesaria por ejemplo en las guerras, se decidió otorgar la hidalguía a aquellos ciudadanos que tuvieran al menos 7 hijos varones legítimos. Estos fueron los llamados hidalgos de bragueta, pues independientemente de su origen o riqueza, alcanzaban tan distinción con solo poder probar la paternidad de siete vástagos. No era tarea fácil, pues debía ser de su esposa legítima, no contaban aquellos hijos fuera del matrimonio o lo que tuvieran sin estar legalmente casados. Como del recuento había que excluir a las hijas, era habitual que estos hidalgos se juntaran con una prole que difícilmente podrían mantener, pues en muchos casos se trataban de pobres de solemnidad. Eso sí, desde que pudieran demostrar a la chancillería de turno sus siete mozalbetes, el nuevo título les eximía de pagar impuestos a la corona.
La nobleza de sangre nunca vio bien con buenos ojos estos nuevos socios del club aristocrático, pues menguaban los ingresos de la corona (a la que ellos tampoco aportaban, claro está).
Los hidalgos
Por etimología proviene de “hijosdalgo”, es decir aquellos que provienen de alguien con posición o con méritos. Los hidalgos pertenecían a la nobleza pero eran su estamento más bajo. Adquirido por herencia o por compra de título, muchos de ellos eran tan pobres que debía trabajar, algo que no estaba bien visto por la aristocracia de cuna (durante el reinado de Carlos II se extendió la norma de que no era incompatible ni un deshonor un hidalgo empleado en comercio o artesanía).
“Hidalguía, hambre y fantasía”
Refranero español
Por su condición disponían de una serie de privilegios entre los que destacaban la exención en el pago de impuestos. Llegó a tal punto el número de ellos, que en el siglo XVIII cerca de un 7% de la población eran hidalgos, extendido sobre todo por la zona norte, como Álava o Vizcaya y en Cantabria, que existían zonas donde todos lo eran.
La literatura creó hidalgos tan universales como Alonso Quijano, Don Quijote, gentes tan poseídas de orgullo como de necesidad, tal y como rezaba el refranero popular: “Hidalguía, hambre y fantasía”.
En Rusia les van a dar 16000 rublos o dólares y un diploma por 10 hijos.