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Hoplitas griegos, la infantería invencible

Aunque su origen es confuso, se estima que aparecieron sobre el siglo IX a.C. para defender a las polis griegas, un estado de gobierno muy diferente a las tradicionales monarquías.

Hoplita proviene de ‘hoplon‘, que es el nombre en griego del enorme escudo de un metro de diámetro que portaban y que la principal baza defensiva de las formaciones hoplíticas, llamadas falanges. Estos sistemas, eminentemente defensivos, revolucionaron los ejércitos de la antigüedad hasta hacerlos casi invencibles logrando espectaculares victorias contra ejércitos muy superiores numéricamente. La ventaja que tenían era el bloque. Un hoplita individual no era un gran guerrero, en la mayoría de los casos era un simple agricultor o artesano de su polis, pero encajaba perfectamente en el bloque defensivo como piezas de un puzzle hasta hacer casi imposible sobrepasar una falange. Los soldados se situaban en filas (8 aprox.) protegidos por su escupo o hoplón. Estaban situados tan juntos unos de otros que el escudo servía de protección al compañero que tenía a la izquierda de esta forma, y sin perder la formación podrían avanzar como un rodillo atacando con su arma principal, la lanza larga de más de 2 metros y con la que acometían (no lanzaban). Como segunda arma portaban una espada corta. Estas formaciones las sufrirían los reyes de Persia, como Darío I o su hijo Jerjes I en las Guerras Médicas.

hoplita griego
Los hoplitas griegos iban muy bien protegidos para la época

Un soldado llevaba una gran equipamiento para la época aunque sólo los que se lo podían costear. Comúnmente una coraza para el cuerpo, grebas para las piernas y un pesado casco, curiosamente sin aberturas para los oídos. El material del soldado era como un bien preciado que pertenecía a su familia y en su mayoría estaba fabricado en bronce. Llegaba a pasar unos 35 kg lo que hacía que las batallas no pudieran durar excesivo tiempo por el agotamiento que sufría el soldado.

La mayoría de los ejércitos eran mercenarios pagados por el monarca del país y que a podían emprender campañas más o menor largas. En el caso de las polis griegas el caso era bien diferente pues al no existir monarca que les pagara, estos debían hacerlo por la defensa de su ciudad en caso de necesidad pero no podían emprender grandes campañas pues debían volver a cuidar de sus cosechas o animales.

Las batallas de Maratón o Platea fueron un buen ejemplo de decisivas victorias donde se impuso la superioridad de las falanges frente a ejércitos mercenarios persas.

De las ciudades o polis griegas de la antigüedad, una de ellas, Esparta, llevó a la perfección estos sistemas de combate. A diferencia del resto de las polis (Atenas, Tebas, Beocia, Platea,…) los ciudadanos de Esparta nacían y crecían por y para el combate. La formación que recibían estaba destinada a servir militarmente a su ciudad de por vida y ya desde niños recibían una exigente formación tanto física como militar. Esto les llevó a ser la mejor infantería de entre todas las polis griegas, cosa que demostraron en la Guerra del Peloponeso que les enfrentaron a Atenas (coaliciones o ligas de ambas ciudades) y que terminó dramáticamente para esta última.

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