Algún día tendremos de hablar de las batallas que han pasado a la historia con nombres raros o curiosos. En este caso uno muy dulce pues nos referimos a la batalla de las galletas.
Nos situamos en la guerra de los 9 años (1594 -1603) que enfrentó a ingleses e irlandeses. Entre los líderes de estos últimos se encontraban los nobles Hugh O’Donnell y Hugh O’Neill, conde de Tyrone por lo que también se llama al conflicto la Rebelión de Tyron.
En agosto de 1594, tropas leales a la Inglaterra de la reina Isabel I llegaban a socorrer al fuerte de Enniskillen, asediado por los recientes rebelados. Lo que no se esperaban era una emboscada de los irlandeses que les sorprendieron en el río Arney. Cuando se vieron perdidos decidieron poner pies en polvorosa, abandonando toda su impedimenta que quedó esparcida por el río. Los bien alimentados soldados de la reina virgen, tenían galletas entre sus vituallas, que quedaron flotando en el río. Los ingleses tuvieron esa suerte, ya que en lugar perseguirlos, los irlandeses prefirieron aprovechar el suculento manjar, por otra parte había que buscar un nombre gracioso a la batalla.