Todos saben que el mítico origen de la prueba atlética de maratón, se debe a la gesta efectuada por un soldado griego, llamado Filípides, que recorrió corriendo la distancia entre la ciudad de Maratón y la de Atenas para informar de la gran victoria sobre los Persas, en la batalla celebrada en la primera localidad.
El destino del primer maratoniano fue trágico, pues falleció nada más llegar e informar a los atenienses de la increíble victoria, apenas pudo decir “Victoria” antes de caer al suelo y fallecer del enorme esfuerzo. Y es que además de la carrera, como buen soldado había participado en la decisiva batalla, por lo que el esfuerzo que tuvo que realizar debió ser titánico y digno del homenaje que se le da en la actualidad.
‘Victoria’ fue lo último que pronunció Filípides antes de desfallecer ante sus paisanos de Atenas.
Cualquiera puede pensar que los 42 kilómetros y 195 metros se deben precisamente a la distancia que recorrió el insigne soldado entre ambas poléis. Pero no es así, ya que se estima que la distancia podría ser cerca de 40 kilómetros. Y esa fue la distancia de la prueba del primer maratón, que se celebró en los primeros Juegos Olímpicos modernos, celebrados en Atenas en 1896.
Esa fue, aproximadamente, la distancia oficial en los siguientes juegos hasta su cuarta edición. En Londres se celebraron los Juegos de 1908 y sucedió algo insólito. Al parecer, por capricho de la reina inglesa Alejandra de Dinamarca (consorte de Eduardo VII), se quiso que la salida de la prueba partiera desde el mismísimo Castillo de Windsor, residencia de los monarcas. Para ello hubo que añadirle la distancia de 2 kilómetros y 195 metros a la ya programada. Las razones que llevó a la reina a «solicitar» esta trascendental modificación se debió, al parecer, a sus nietos, pues la reina deseaba que contemplarán la salida desde su residencia ¡Un capricho que ha perdurado hasta nuestros días!
La importancia de la batalla de Maratón
La batalla de Maratón celebrada en la localidad del Ática griega supuso el final de la primera de las Guerra Médicas que enfrentó a las ciudades estado de Grecia contra el invasor Imperio Persa. En ella un contingente de hoplitas formado principalmente por soldados de Atenas y Platea, aplastó al ejército enviado por el Rey Persa Darío I, el grande, que aún siendo superior en número, no estuvo a la altura de las bien preparadas y coordinadas falanges griegas.
Tras esta batalla y en previsión de un posible desembarco Persa en los alrededores de Atenas, los hoplitas atenienses marcharon a la carrera hacia Atenas, lo que significó que emularon a su compañero Filípides, Esta carrera en grupo surtió efectúo ya que ante la noticia de que se acercaban de nuevo ,os temibles hoplitas, los Persas renunciaron a la ofensiva… al menos de manera temporal. Pronto vendría una segunda y una tercera Guerra Médica con un Jerjes I, hijo de Darío, que sería aún más sanguinario que su padre, pero que ni eso le valdría para sojuzgar a un pueblo como el griego.
Pues ya deberían las autoridades de las Olimpiadas quitarlo y dejarlo en 40 KM…. Todo por el capricho de una inche monarca, como todos los que están en el poder…
El problema serían las marcas realizadas que no valdrían. Pero es verdad que es una curiosidad muy caprichosa 😉
Gracias por comentarnos Juan Francisco.
Gracias, no conocía el caprichito de S…M….
¡Es sorprendente! Gracias por tu comentario 🙂
Perdòn Ruben, en 1908 Eduardo VII no era el Rey del Reino Unido ?
Exacto. Alejandra era la reina consorte. Agregado el detalle! Gracias Marcos!
Me ha gustado mucho saber este dato que no conocía. Muy buen artículo como siempre. Saludos
Muchas gracias!!! 🙂
muchas gracias me sirve para sociales
Nos alegra mucho que te sea de utilidad Lucía!! Un saludo.