La tumba de Aquiles, al igual que otras como las de Genghis Kan, Alejandro Magno o Alarico, son algunos de los descubrimientos más anhelados por los arqueólogos.
Aquiles es uno de los personajes de la mitología clásica que más ha inspirado a todas las generaciones. Debido a su corta vida y sobre todo a una muerte gloriosa de la que no podía escapar para poder alcanzar la inmortalidad.
Tras su muerte por una fecha lanzada por el príncipe troyano París, como nos dice la leyenda, sus restos pudieron ser enterrados en una zona cercana al mar, quizás cerca de Aquilea, ciudad griega fundada en su honor en el siglo VI a.C. Sin embargo son varias las ubicaciones que nos ha sugerido la historia, bañada en la mitología, que hace que algunos incluso duden que este guerrero existiera en realidad. Como posibilidades aparecen Helesponto, Tracia, o incluso en una isla en el mar negro, quién sabe…
Pese al desconocimiento de su ubicación, no pocos fueron los personajes que la buscaron, algunos de la talla de Alejandro Magno, o los emperadores romanos Adriano o Caracalla.
Y dicese que ante la tumba de Aquiles Alejandro el Magno lloro porque se lamentaba que no habia otro Homero que inmortalizara sus acciones extraordinarias como lo hizo este autor con el Pelida.