Se nos ha dicho desde siempre que el Edicto de Milán pone el cristianismo como religión oficial del Imperio Romano por conversión de Constantino antes de una gran batalla. Eso es falso.
El documento llamado Edicto de Milán del año 313 físicamente no existió como texto dado en dicha ciudad de la actual Lombardía. Ganada la batalla sobre el puente Milvio (312), Constantino y Licinio (socio en el poder imperial hasta el 325) se reúnen en Milán en Febrero del 313, allí tratan problemas de carácter religioso. El contenido de esta reunión lo conocemos gracias a la publicación hecha por Licinio (meses después) en la parte oriental del imperio. Así nos lo relatan Eusebio de Cesarea en su Historia de la Iglesia y Lactancio en De mortibus persecutorum. Dos cristianos que a pesar de contar también la narración mágica de la conversión de Constantino no pueden dejar de contar parte de lo que sucedió realmente.
El documento de Licinio otorga libertad de culto, con una finalidad de bien común y de seguridad pública. La mención que hace a los cristianos es la devolución de los bienes que se les confiscaron. La legislación es global, no exclusiva sobre dicha minoría.
La victoria sobre Majencio en el 312 se conmemora con el famoso Arco de Triunfo de Constantino. Cuando visitéis Roma, id a verlo y comprobareis que no hay ningún signo cristiano. Si la victoria fue por obra providencial ¿alguna cruz deberíamos encontrar, no? Hay un escrito que alude a una divinidad sin concretar, muchos autores apuntan que sería el Sol Invicto.
Otro apunte más, el cristianismo fue religión imperial con Teodosio, a principios de 391.
Efectivamente con el edicto de Tesalónica