Existen pocas cosas que despierten mayor misterio que la masonería. Se suele ver como una sociedad secreta, oculta, poderosa y siempre conspirando para una u otra causa y, por supuesto, a la que se debe temer. Y todo debido sobre todo a la escasa documentación de la que nos podemos fiar. En la mayoría de los casos, lo que conocemos de los masones son anécdotas o leyendas.
Más allá de las legendarias historias que sitúan sus orígenes en Jesucristo, Salomón o los templarios, podemos asegurar que la masonería (tal y como la conocemos hoy en día), nació en Inglaterra a principios del siglo XVIII. La primera logia, o asamblea de masones, se creó en Inglaterra 1717, la Gran Logia de Inglaterra. De allí se expandió por el resto de Europa y América.
La masonería en España
Existen varias teorías sobre la llegada de los masones a España. La más extendida nos cuenta que la primera logia española se fundó en 1728 en Madrid, llamada Logia de Madrid o Matritense. Dependía de la Gran Logia de Inglaterra y era la número 50.
La primera logia masónica surgió en Londres en 1717, la Gran Logia Inglesa
No lo tuvieron fácil los masones en España, sobre todo a partir de 1738 cuando el papa Clemente XII firmaba la bula In Eminente, que condenaba sus prácticas bajo pena de excomunión.
Todos los reyes de la monarquía hispánica combatieron la masonería, desde Felipe V hasta Carlos III, que ya había realizado una política antimasónica en Nápoles y Sicilia. Pese a todo, muchos de sus ministros fueron acusados, con pocas pruebas, de ser masones como los casos del marqués de Esquilache, Jovellanos o el conde de Aranda.
La teoría francesa
Con la persecución de reyes y papas, desde 1738 se pierde la pista de la Logia de Madrid de los registros ingleses. Esto nos lleva a una segunda teoría sobre el comienzo de la masonería en España, en este caso de la mano francesa.
En España, la masonería fue perseguida tanto por los borbones como por las Cortes de Cádiz.
Esta teoría nos dice que la llegada a España de la masonería vino de la mano de la invasión napoleónica. Agentes masones del emperador, trataron de crear un caldo de cultivo que facilitara la invasión peninsular. Con ese fin se establecieron las primeras logias en el país.
Algunos españoles ya habían tenido contacto con los masones franceses en las flotas conjuntas que participaron en la eterna guerra naval contra Inglaterra. De esta influencia surgió la Reunión Española, que pudo ser la primera (y breve) logia fundada por españoles en 1801. Estaba ubicada en el puerto de Brest, lugar donde se acantonaron los barcos aliados durante largo tiempo. Esta posible logia acabó cuando regresaron las naves a España.
Bajo la influencia del emperador corso, la primera fundada en territorio hispano pudo ser en San Sebastián, en julio de 1809. Tras esta, se multiplicaron por otras muchas localidades como Zaragoza, Vitoria, Barcelona, Santander, Sevilla, Gerona,… y en octubre de 1809 aparecía la Gran Logia Nacional de España, en Madrid. Estaba situada en un edificio perteneciente a la Santa Inquisición.
Las Cortes de Cádiz siempre fueron contrarias a los masones, y en 1812 una Real Cédula prohibió de nuevo la masonería en España. El texto se refería a esta como la “secta francmasónica proscrita por sumos pontífices y soberanos católicos de toda Europa”
Curiosamente Napoleón, que pudo iniciar la tradición masónica en España, fue finalmente derrotado por otro antiguo masón, el duque Wellington. Al igual que muchos militares ingleses fue iniciado en 1790, aunque se fue alejando de la masonería hasta llegar a repudiarla, quizá por su conexión con Napoleón.
Los Ritos Masónicos
Las logias masónicas estaban muy jerarquizadas. Se iniciaban con el grado de aprendiz y con el tiempo pasaban a compañeros y después a maestros. Existían muchos grados dentro de cada logia y estos dependían de los Ritos de los que formaban parte, como el Rito Escocés, el Sueco o el de York.
La vida del masón estaba regulada por unos estatutos que dependían de la logia a la que pertenecía. Las Constituciones de Anderson son los primeros textos regulatorios que aparecen en la Gran Logia de Inglaterra. En 1723 James Anderson, un presbiteriano escocés, recibió el encargo de la Gran Logia de plasmar por escrito las líneas maestras sobre la filosofía de la logia y el comportamiento que se esperaba de sus miembros.
Bibliografía:
Los inicios de la masonería en España (Marta Valdeón Álvarez)
Los masones (César Vidal)