Maruja Mallo nace en Viveiro (Lugo) en 1902, siendo la cuarta de catorce hermanos y fallece en Madrid en 1995. Durante su larga vida vivió la II República, la Dictadura desde el exilio y el regreso a España 25 años más tarde. Sus padres se mudarán a vivir a Madrid cuando ella tenía 20 años y allí accede a estudiar en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando un tiempo y en donde hará amistad con los grandes prohombres del momento como Dalí, Lorca o Buñuel, entre otros. Considerada artista de la Generación del 27 (¿Pensabais que eran sólo hombres?)
Sus obras muestran una pintura de vanguardia plena dentro del surrealismo. ¿Cómo explicar qué es la surrealidad? Pensemos en la mezcla de dos estados contradictorios: el sueño y la realidad y ahí lo tendremos. Cada una de las obras y de las personas presentes tiene su particular forma de expresarlo, como diferente es el sueño y la realidad de cada persona.
«Maruja Mallo, entre Verbena y Espantajo toda la belleza del mundo cabe dentro del ojo, sus cuadros son los que he visto pintados con más imaginación, emoción y sensualidad»
Federico García Lorca
Sus inicios en los años 20 se dignifican con una etapa plenamente colorista como La Verbena, en donde representa las fiestas populares de Madrid a través de su particular visión del momento a través del óleo. Con gran barroquismo y fantasía ella retratará la sociedad madrileña del momento utilizando su retranca gallega, mostrando un caos ordenado con grandes muestras de alegría y color. Es la época en la que entra en escena Las Sin Sombrero, un grupo de pensadoras y artistas a la que Maruja pertenecerá y que cambiará la realidad española. Algo banal y anecdótico hoy en día como sacarse el sombrero en plena Puerta del Sol, pero que ubicándonos en el contexto de la época, estaba significando romper las reglas y chocar contra el orden establecido. Las mujeres del momento, que eran aleccionadas a ser buenas madres, esposas y trabajadoras del hogar comenzaban a ganar terreno a través de actos tan sencillos (pero complicados) como esos.
En el mismo año en el que estalla la Guerra Civil (1936-1939), se anunciaba por todo lo alto su exposición en Zaragoza en el diario Noroeste, en donde se la describirá tal que así: “Únicamente podemos dar la seguridad de que en oposición a las actividades plásticas, más concretamente, pictóricas, de los viejos detentadores de la atención local, vamos a organizar una exposición de una artista joven, suficientemente personal y revolucionaria que abra de una vez la brecha por donde el provincianismo zaragozano se pueda asomar a las corrientes estéticas europeas, abandonando para siempre el papanatismo de boca abierta y ojos cerrados para que le han educado arteramente”.
La obra de MAruja Mallo representa una pintura de vanguardia plena dentro del surrealismo
Por desgracia, la exposición nunca se llevó a cabo. Justo antes de ocurrir esto, ocurre una de las anécdotas curiosas de su trayectoria como artista. En 1932 viaja a París, donde conoce a Magritte, Miró, de Chirico e incluso André Bretón, impulsor del manifiesto surrealista y que comprará una obra suya.
Con la llegada de la Guerra Civil Española (1936-1939) se ve en la obligación de huir al exilio en Argentina en 1937. Su modo de vida era totalmente inconveniente ante las tropas del por entonces General Franco, al ser colaboradora con las Misiones Pedagógica de la República. Esto lo podemos observar en obras como Sorpresa del Trigo, pintada en 1936 y que surge durante la manifestación del 1 de mayo, Día del Trabajador. En medio de la multitud emerge un brazo sosteniendo una barra de pan en alto. En ese instante ve una relación sacramental entre el cambio de España con la II República y la consagración del pueblo proletario en medio de la burguesía social. Quizás, me atrevería a llamarle lo sublime de lo agrario. En ella se observan las marcas de Pitágoras influida por su amiga filósofa María Zambrano en el número 3 simbolizando la armonía entre unidad y diversidad, el orden matemático del Grupo Constructivo y a la diosa Deméter con la madre tierra germinando en su mano.
Ya en Argentina siguió desarrollando su personalidad, ya alejada de los prejuicios de la sociedad de posguerra y se abrió a todas las experiencias posibles. Su exigencia consigo aplastante que finalizó su viaje surrealista. Es una época sombría y apagada, la morriña del exilio se ve en los colores más apagados de las obras y materiales orgánicos como cal o ceniza (más sombrío imposible) en Cloacas y campanarios. Nos lleva a analizar la putrefacción de la sociedad de la que venía, pero que pronto cambiará. Comienza a viajar a lugares impensables para una española como Punta del Este con Pablo Neruda o a Nueva York, donde se traslada tiempo después y se hará amiga de Andy Warholl entre otros muchos (de quien también será musa).
Es en el exilio donde Maruja Mayo creará y expondrá naturalezas vivas (que no muertas) y retratos uniendo matemáticas, naturaleza y su característica forma de ser utilizando una técnica meticulosa y clara en donde no queda ningún atisbo de duda acerca de su autoría. En medio de una España gris en donde vivía el resto de su familia y desde la lejanía, utilizó a modo de venganza el color en todas sus obras, y disfrutó la vida desde su propio mundo, absolutamente moderno en comparación con las mujeres de su época, dominado por hombres.
“Yo he jodido tanto y conocido a tanta gente que ya se me amontonan un poco en la cabeza”
MAruja Mallo
Cuando en 1962 regresa a España, descubre un país que ella no reconoce y en donde a ella ni siquiera se la conoce en su primera exposición, sólo será a partir de los años 80 en donde se comienza a ver recompensada su gran labor pictórica, a pesar de que rara vez se la incluya entre los grandes de la Generación del 27 o los surrealistas.
Qué mejor venganza que cuando en 1982 se volvió a celebrar la feria de Arte Contemporáneo en Madrid (ARCO) supongo que pocas personas (ingenuas) se pararon a pensar en la suerte que era poder asistir junto a la última vanguardista española viva. ¡Habría que pensar si hubiese ocurrido lo mismo si fuese alguno de sus compañeros de andanzas! Aunque a ella no le preocupaba mucho esos asuntos, como bien dijo en una entrevista cuando ya tenía casi 90 años “Yo he jodido tanto y conocido a tanta gente que ya se me amontonan un poco en la cabeza”
Siempre será una de las Heroínas de la Historia, referencia antes y después de la guerra, aunque apenas fuese valorada y respetada. No obstante, pensando en forma de ser, podemos llegar a la conclusión de que a ella eso tanto le daba.