El estudio sobre la división administrativa romana tanto en época republicana como imperial va a ser importante puesto que supone la primera y más grande división del territorio.
Desde el punto de vista metodológico tenemos que este tema comienza a estudiarse en torno a la década de 1930, el proyecto tuvo como nombre Tabula Imperii Romani, este tuvo la intención de aportar mapas cartográficos, tanto de época altoimperial como bajoimperial.
Época republicana
Respecto a la división del territorio en provincias, cabe apuntar que estas, en muchos casos, variaban a lo largo del tiempo, ya que, como es el caso de la Península Ibérica, inicialmente se hizo una división en Citerior y Ulterior en época republicana, esta correspondía a la división del territorio dependiendo de las conquistas que hubiera realizado el ejército en ese momento.
Los cambios constantes se mantienen hasta la época del emperador Augusto, el cual, tras su guerra con los cántabros, unificó la totalidad de la península. En época imperial, esta provincia va a tener un carácter más administrativo que militar, aunque preservará algunas características de la primera división.
Época imperial
La llegada del imperio supone la reordenación desde un punto de vista racional, Augusto y Agripa van a reordenar los territorios de la Península Ibérica, dividiéndolos en tres provincias, la Tarraconensis, Baética y Lusitania. Esta división va a propiciar que haya un control del territorio más efectivo por parte de las élites provinciales y locales.
Junto a esta racionalización de las provincias, la centralización del estado se dio a partir de la creación de nuevos cargos provinciales como los praefectus Annonae o los frumenti dandi.
La estructura de las provincias tuvo la intención de romanizar y en algunos casos latinizar los territorios en los que se asentaron, gracias a la epigrafía conocemos que en el caso de la Baética, que, al ser de los primeros territorios que ocuparon los romanos, va a tener un alto grado de romanización, la latinización, sin embargo, es posterior, puesto que esta consistió en dar estatus privilegiados a diversas localidades y municipios dentro de las provincias, en la Baética el ejemplo más claro es el de Baelo Claudia.
La epigrafía también será una rama de estudio importante para conocer cuáles fueron los límites reales de cada provincia, tenemos documentos administrativos y fiscales que nos determinan que, como ejemplo, en muchos casos los accidentes geográficos del terreno delimitarán los límites entre provincias, como es el caso de la Baética, que, al este estuvo limitada desde Murgui hasta mons solarius que corresponde con la actual Sierra Nevada, dejando localidades como Cástulo o Mantesa en la Tarraconensis.
Respecto a las provincias, dependiendo de su aportación económica al estado central van a tener más importancia, esto se vería traducido en mayores concesiones de Roma y mayor importancia política, localidades como Baelo Claudia, aunque no es la única van a tener reconocimiento de municipio, esto afectará también a las familias pudientes de la zona.
Aristocracia local y provincial
Si la época republicana va a suponer la entrada de diversos magistrados y cónsules llegados desde Roma para seguir aumentando los territorios, en la época imperial comienzan a aparecer tanto en el senado romano como en la dirección de las propias provincias una aristocracia local que va a velar por los intereses de sus provincias de origen.
Un ejemplo muy claro del nacimiento de una aristocracia provincial con influencias en las administraciones centrales fue la familia de los Balbo. Durante este periodo hubo 29 cónsules pertenecientes solo a la Baética.
El comercio romano en Hispania
El desarrollo de las administraciones tuvo como objetivo optimizar el comercio con el resto del imperio, esto se impulsó a través de la ampliación y el mantenimiento de la Red Viaria. Los productos más importantes exportados desde la Tarraconensis fue la plata, plomo o estaño de Las Medulas, aunque también destacan productos de la Baética como el Garum de Malaca o Baelo Claudia, que se distribuía por todo el imperio.
La proyección del poder en estas provincias las vemos de nuevo en la epigrafía, ya que encontramos diversos documentos jurídicos como la Lex Ursaonensis o la Leges Slpensana y Malacitana, dirigidas a territorios concretos, dentro de estas provincias hay un poder central que permite un mayor control del territorio en todos los ámbitos.
Constantino y la última reforma
La última reforma provincial se dio en el año 312 d.C, momento en el que el emperador Constantino dividió las antiguas provincias en diócesis, siendo la Península Ibérica una sola provincia, esto fue similar al territorio itálico o galo. El documento clave a la hora de analizar este cambio fue el Laterculus Veronensis, también llamada lista de Verona. Finalmente, el cambio de las provincias supuso también un cambio en cuanto a las magistraturas.
Bibliografía:
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