¿Quién no ha soñado alguna vez con ir subido en un caballo con alas surcando los cielos? Pues ese caballo era Pegaso, uno de los fantásticos animales mitológicos que además bajó a las carreteras españolas en los años cincuenta en forma de automóvil.
Pegaso es el famoso caballo alado de la mitología griega, fruto de la gorgona Medusa, la Reina, violada en el templo de Atenea por Poseidón (o Posidón). Nació junto a su hermano Crisaor de la sangre que manaba de la cabeza de su madre al ser decapitada por Perseo. El caballo alado voló hasta el Olimpo donde entró al servicio de Zeus al que llevó el relámpago y el trueno.
Era amado por la Musas, hijas de Zeus, que competían cantando con las Piérides, hijas de Píero. Ello provocó que el monte Helicón (en Beocia, Grecia) comenzara a hincharse, pudiendo llegar hasta el cielo. Ordenado por Poseidón, Pegaso dio una coz al monte para que recuperara su tamaño y de aquel lugar brotó agua, transformándose en la fuente Hipocrene (fuente del caballo).
La tradición nos cuenta que el héroe Belerofonte, también hijo de Poseidón, logró montarlo con una brida de oro regalo de Atenea. Sobre él logró matar a la bestia Quimera, pero este intentó ascender al Olimpo, lo que provocó la ira de Zeus que mandó que un tábano picara a Pegaso. Esto encabritó al equino que tiró a su jinete y volvió al servicio «rey de los dioses». Otra de las historias que se cuentan de Pegaso es que una de las plumas de sus alas cayó cerca de Tarso (Turquía) y dio el nombre a la ciudad.
Y por último no podemos olvidar la marca española de coches Pegaso cuya imagen era el mítico caballo alado. Una imagen de su fundador Wifredo Ricart a idea de la empresa británica de motores Bristol Pegasus. Esta empresa fue creada en 1946 pero terminó absorbida por Iveco en el año 1990, perdiéndose la imagen del legendario caballo. Sin embargo dejaron para la historia modelos como el Z-102 que obtuvo el récord de velocidad en 1953, donde el caballo alado alcanzó los 244 km/h.