El llamado ‘decimatio‘ o ‘diezmar‘ tiene su origen en un castigo romano que aplicaban a sus propias legiones cuando estás actuaban de manera cobarde o huían en el campo de batalla. Era un escarmiento para el resto de los soldados. Se hacía por sorteo en grupos de 10, se elegía 1 al azar que debía morir, pero no de cualquier forma sino a golpes y palos por lo otros 9. No se podían negar o eran también ejecutados.
Famoso fue el acto del cónsul Marco Licinio Craso. Recibió el encargo de acabar con la revuelta de esclavos comandada por Espartaco en el 73 a.C. y ante las lamentables derrotas que sus predecesores habían obtenido de sus enfrentamiento con el ejército de esclavos, lo primero que hizo al recibir los 30.000 fracasados legionarios fue aplicar el decimatio. Con Craso comenzó el fin de la revuelta de esclavos, que terminó en 71 a.C. en Apulia, donde se libró la batalla del Río Silari que acabó con la revuelta.
Pese a todo no era una práctica ni mucho menos habitual ya que menguaba en un 10% a sus tropas además de ser de dudosa ventaja para los supervivientes.