La frase pudo ser pronunciada por Alarico I (370-410), rey de los visigodos entre el año 395 y el 410 y que puso contra las cuerdas un decadente Imperio romano de Occidente.
Tras un sinfín de alianzas y desacuerdos con Roma, y tras no serle pagado los tributos pactados por los servicios de guerra por parte del emperador Honorio, Alarico decidió invadir la península italiana llegando a saquear Roma en el año 410.
«Desde que tomé Roma con mis manos, nadie ha vuelto a menospreciar el poder de los Godos.»
Alarico I