Todos hemos escuchado hablar de Palmira (actual Siria) alguna vez y últimamente más por motivos bélicos que históricos debido a las destrucciones que el llamado ejército islámico (ISIS) realiza indiscriminadamente. Hoy hablaremos de Zenobia, su reina más legendaria.
“Alcanzamos entonces el colmo de la vergüenza: una extranjera llamada Zenobia se puso el manto imperial y reinó largo tiempo”
(Cronista romano desconocido, s. III d.C.)
Nuestra siguiente heroína fue una de las mujeres más poderosas que luchó con y contra el Imperio Romano durante su existencia, a pesar de su corto (pero intenso) reinado. Zenobia (ca. 245-272) reinó en el reino de Palmira durante un tiempo relativamente corto (268-272) pero fructífero, al haber plantado cara a los Imperios de Roma y Persia, y acabar por extender sus dominios desde Asia hasta Egipto, del cual se proclamó reina en el 270 y acuñaría monedas egipcias con su imagen.
El pueblo nativo de Palmira pertenecía a un conglomerado de tribus que en su mayoría eran arameos. A pesar de que la información que se posee de ella es poca y escasa, sí que se sabe que tuvo una educación noble al ser su padre el gobernador romano de la ciudad Julio Aurelio Zenobio y se comunicaba con los filósofos en griego, con los juristas en latín y con los antiguos sacerdotes y arameo de Palmira y arameo de Egipto.
Además, debido a la situación estratégica de su pueblo, será educada tanto cultural como militarmente debido a que desde el siglo I d.C. Roma se había aprovechado de la situación estratégica de Palmira en la confluencia entre el Imperio romano y el Imperio persa controlando el espacio a través del dominio en política de provincias imperial.
Conocida como La Perla del Desierto, la ciudad era una parada obligada para las caravanas de comercio que discurrían en la época, justo a medio camino entre Oriente y Occidente.
En base a esto y según los escritos que sabemos de la época, sabemos que en torno al año 258 se casaría con el prínceps árabe romanizado Septimio Odenato (220-267) que en ese mismo año es nombrado Cónsul de Roma por el Emperador Valeriano. Casualidades de la vida, su esposo e hijastro son asesinados al año, y Zenobia gobernará en Palmira hasta que su hijo Vallabato (de un año) obtuviese la edad mínima para reinar.
Es en este instante en el que ella alcanza el poder como reina en el que cesa el servilismo de Palmira hacia Roma. A través de su consejero Longino, filósofo griego y de su inteligente política imperial fue independizándose de Roma mientras alejaba a la vez a los persas de su frontera.
El Impero de Palmira, tal y como lo conocemos (o conocíamos), no sería el mismo sin la figura de esta mujer por varios motivos. En apenas 6 años fortificó y embelleció la ciudad siria hasta dejarla con el aspecto que conocíamos y que le supuso el título de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1980.
En la ciudad, situada nada más y nada menos que un oasis en el desierto de Damasco supo fusionar las diferentes civilizaciones, arquitecturas y artes tanto autóctonas como persas y grecorromanas en un conjunto que seguiría dejando sin aliento a cualquier persona que hasta allí se desplazaba con sus grandes columnas, estatuas colosales, templos, monumentos y jardines acompañaban la política ejercida por Zenobia.
Una vez magnificada Palmira, fue cuando extendió sus dominios al extranjero aprovechando el caos reinante en el Imperio romano, en el 269 ya controlaba desde Asia Menor hasta Egipto, país por el cual se sentía atraída por el gobierno de la gran Cleopatra VII, y a la que imitará tanto en estética como en vida cuando llega en el año 270 en Emperador Aureliano al poder y comienza a reestablecer el orden en las zonas rebeldes.
Desde Egipto la hará retroceder a base de fuerza miliar hasta volver a Siria y su derrota final a orillas del río Éufrates cuando huían buscando asilo al reino persa. Con su captura la ciudad es destruida por orden del emperador y ella es hecha prisionera y enviada a Roma, en donde oficialmente le perdemos la pista. La próxima vez que visitéis el Museo del Prado, haced una parada delante de La rendición de Zenobia ante Aureliano, un magnífico óleo sobre lienzo realizado por Gianbattista Tiepolo en 1717 realizado en cinco metros de ancho por dos y medio de alto que nos muestra el fin de su reinado con la rendición ante el emperador Aureliano.