George Bernard Shaw (1856-1950) fue un aclamado escritor irlandés que recibió el premio Nobel y además un Oscar al mejor guión adaptado. El dramaturgo se permitió el lujo de llevar la contraria a la reina inglesa ante una de sus extravagantes peticiones.
María de Teck fue reina consorte de Jorge V de Inglaterra (que por cierto era clavadito a su primo, el zar Nicolás II), que reinó en la pérfida Albión y todas sus posesiones, entre 1910 y 1936. Una de las características más peculiares de la reina, eran las ansias de conseguir cosas, sobre todo aquellas que tenían gran valor. Cuando algo le gustaba hacia lo posible y lo imposible por conseguirlo, llegando a hacer insinuaciones tan directas como “lo estoy acariciando con la mirada” o “¿podría echarle un último vistazo a esa maravilla?».
«lo estoy acariciando con la mirada»
Reina consorte MAría de Teck
Como era de esperar, sus insinuaciones solían ser tener el efecto esperado, y los dueños de los desdichados objetos le regalaban a la reina lo que fuera menester.
Pero un día se le ocurrió añadir a su fantástica casa de muñecas, una biblioteca. Pero con la particularidad de que los libros eran reales, pero en miniatura. La mayoría de los escritores de la época, donaron sus mini obras a la curiosa biblioteca, salvo uno: Bernard Shaw.
Al parecer el genial dramaturgo irlandés, no solo se negó a la donación, sino que le indicó un lugar exacto, y no muy bien sonante, por donde podía meterse su graciosa majestad sus libros en miniatura.