En pleno siglo XVII todavía existían reminiscencias medievales en referencia a la legitimidad del poder, tanto divino como terrenal. La Paz de Westfalia no solo puso fin a una guerra que duraba treinta años sino que cambió la forma en qué se relacionarían los países a partir de entonces.
La Europa del siglo XVII
A comienzos del siglo, Europa era un complejo tablero dividido entre religión y política. El Imperio mantenía un frágil equilibrio desde la Paz de Augsburgo de 1555. Católicos y protestantes convivían en aparente paz, gracias entre otras cosas a la Carta Majestad. Sin embargo el emperador Fernando II trató de restaurar la unidad católica y todo ese equilibrio se vino abajo. En mayo de 1618 se inició la Guerra a los Treinta Años con la “defenestración de Praga” (protestantes arrojaron por la ventana a varios gobernantes católicos). Fue el comienzo de un conflicto que se inició por razones religiosas pero que terminó involucrando a gran parte de Europa y donde los intereses políticos de cada país prevalecieron por encima de todo. Un buen ejemplo es Francia, país católico que liderado por el oscuro Cardenal Richelieu, decidió intervenir del lado protestante por razones estrictamente políticas para oponerse al eje Madrid-Viena.

Philippe de Champaigne
España participó de forma tímida en los comienzos del conflicto, como apoyo familiar al Imperio, pero quedó atrapada en muchos frentes externos e internos. A los eternos problemas de Flandes se le unieron las revueltas de Portugal y Cataluña, que junto con la entrada en el conflicto de las grandes potencias del lado protestante como Dinamarca, Suecia o Francia, hizo que el esfuerzo bélico español no fuera capaz de asumir una guerra de desgaste.
El drama de España
La década de 1640 fue dramática para España con desastres como Rocroi, donde perdió la fama de invencibilidad de los tercios, y desde 1644, Felipe IV ordenó la búsqueda de la paz. Las reuniones diplomáticas para encontrar una solución al conflicto duraron muchos años, desde 1641 de forma tímida, se intensificaron ya en 1645 hasta alcanzar un principio de acuerdo en la que se conoce como la Paz de Westfalia, rubricada el 24 de octubre de 1648.
Münster y Osnabrück: una paz, dos tratados
Para evitar problemas se decidió firmar dos acuerdos en la región de Westfalia, situada en el corazón del Imperio, uno en Münster, zona católica de Renania del Norte y otro Osnabruück, en la Baja Sajonia y de mayoría protestante. Ambas localidades distaban unos 50 km.

En Münster, España y las Provincias Unidas pusieron fin a un conflicto de ochenta años. La Monarquía Católica tuvo que aceptar la independencia de la zona protestante de Flandes, que se convirtió en un estado soberano e independiente. En Osnabrück, Suecia, Francia, el Imperio y los estados protestantes, pusieron fin al ideal medieval de una cristiandad unida por el Papa y el Emperador. Desde entonces los más de 300 estados que componían el Imperio se aseguran la capacidad de elegir religión, asumiendo su propia soberanía sin ninguna dependencia superior.
Francia, el gran vencedor
Habitualmente se dice que en Westfalia no ganó nadie pero perdió España. En realidad sí que hubo un claro vencedor, Francia, que no solo ganó territorios sino que reemplazó a España como la gran potencia europea. Pero la guerra franco-española no terminó en 1648, ya que Felipe IV se negó a firmar la paz pensando que sin el frente de Flandes podría centrarse en vencer a los franceses. Sin embargo la Inglaterra de Cromwell se unió al esfuerzo Francés y la Paz de los Pirineos de 1659 certificó el fin del poderío político y militar español en Europa, aunque no dejó de ser una potencia con grandes territorios.

Las consecuencias negativas de Westfalia
Pero no todo fue positivo tras Westfalia, la dualidad Papa-Emperador que habían mantenido el poder universal se desmoronó formando un mosaico de estados soberanos basados en el principio de soberanía y la razón de estado. Esta libertad para decidir tanto su política como su religión sin un poder de control, significó que la guerra dejó de tener límites ante los intereses geopolíticos de cada país. Westfalia debía acabar con todas las guerras pero en realidad Europa vivió siglos ininterrumpidos de conflictos hasta bien entrado el siglo XX.



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