Es uno de los personajes pintorescos que vivieron a la sazón entre los siglos XVII y XVIII. José Díaz Pimienta, antiguo fraile y apóstata, burló muros de conventos e incluso evitó durante un tiempo a la Inquisición.
Mulato cubano nacido en San Juan de los Remedios (Cuba), José Díaz Pimienta (1688-1720) pasó de fraile y sacerdote cristiano a «devoto» judío de la ley de Moisés, aunque durante su vida tuvo frecuentes acercamientos a una u otra doctrina, lo que nos hace ver lo ligero de su fe. En uno de sus «momentos de duda» llegó a arrojar un ejemplar del Nuevo Testamento al fuego. Tampoco tuvo problema en hacerse pirata y enfrentarse a sus antiguos paisanos. Toda una vida jugando en el alambre.
Sus padres les enviaron de joven a un convento de la orden de Nuestra Señora de la Benevolencia situado en la villa de Santa María del Príncipe. Pero el díscolo fraile, muy dado a las juergas y a los vicios, solía escaparse a menudo. Pese a todo llegó a ordenarse sacerdote en 1708 pero no le duró mucho su lealtad al Dios católico y en 1714 se registra su última ceremonia como oficiante. Se escapó definitivamente con un compañero de juergas, y algo de dinero de la orden, llegando a la isla holandesa de Curazao en 1715. Allí entabló amistad con un grupo de judíos y negó la fe en Jesucristo, acogiéndose a la Torá. Desde entonces se le comenzó a llamar Abraham Díaz Pimienta.
«Tengo por suma felicidad haber llegado a conocer que la ley de Moisés es la más cierta y segura»
Carta de José Díaz Pimienta al responsable de su ORDEN en Jerez
El entorno de su nueva religión le propuso enseñar en la ley judía, pero él tampoco era tan devoto y además tenía otras ideas, como embarcarse en una nave pirata y ejercer el corso contra los barcos hispanos. En su primera experiencia fue herido de gravedad pero tras sanar volvió a embarcar, hasta que en una de las refriegas fue apresado por los españoles, que le cortaron la nariz, y fue llevado preso a Cartagena de Indias. Tras el juicio confesó sus delitos, y con el castigo de llevar el sambenito fue condenado a reclusión de por vida en un convento en España. Pero una vez allí, como era de esperar, se volvió a escapar. Incluso se atrevió a escribir una carta al responsable de su orden alegrándose de haber descubierto la religión judía que era más verdadera que la de Jesús.
Fray José trató por todos sus medios de abandonar España en algún barco pero no lo consiguió y en su lugar volvió a ser apresado llegando de nuevo a manos de la Inquisición que le acusó de hereje, apostata y judío. Él se proclamaba mártir de la fe verdadera, la judía, pero la víspera del auto de fe, que se celebró en Sevilla el 25 de julio de 1720, confesó sus pecados y rogó misericordia. No había solución pero le aplicaron la pena de los arrepentidos, primero el garrote para después quemar el cuerpo sin vida. Por lo menos se evitó el sufrimiento de las llamas.
Así acabó sus días José Díaz Pimienta o fray José o Abraham Díaz Pimienta… y quién lo iba a decir cuando sus padres los ingresaron de jovencito en un convento en Cuba..
Bibliografía:
- «Historias de la Inquisión» (Eslava Galán)
- «Fray Joseph Diaz Pimienta, alias Abraham Diaz Pimienta, and the auto-de-fe held at seville, july 25, 1720» (Richard Gottheil)