Hay siempre más de una historia detrás de cada cuadro. Una, nos la cuenta la propia pintura y varía en función de nuestra interpretación. La otra, hace referencia a las circunstancias particulares en las que el artista completó su obra. Lo mismo ocurre con la admirada Ofelia de Millais.
Su mano derecha, lánguida, casi inerte, casi sin vida; abandona ya sin fuerzas un ramillete de vistosas flores: margaritas, claveles, amapolas… Estallan en un obsceno contraste con la palidez que el rostro exánime refleja. Ya no es Ofelia. Es un cuerpo flotando en la corriente, hundiéndose en las aguas que se fugan entre un recóndito edén de abundante vegetación, de preciosas flores, de blando musgo y vigorosas plantas. Muerte y vida. Germinar, expirar. Abandonarse. Observando el rostro, nadie podría decir que ya ha muerto, como nadie podría asegurar que está aún viva. Hay brillo en sus ojos, pero de su boca entreabierta no parece escapar aliento, sino la vida entera.
Elizabeth Siddal, la modelo que posó en varias sesiones para este famoso cuadro prerrafaelista del pintor británico John Everett Millais, estuvo a punto de morir a causa de hipotermia y pulmonía. Todas las tardes y en pleno invierno, se sumergía vestida en una bañera. Aunque Sir John colocaba lámparas de aceite por debajo, al parecer prefería no encenderlas para provocar en la mujer una reacción mucho más fiel a la escena desarrollada: el ahogamiento de Ofelia en el río, según la describió William Shakespeare en su tragedia “Hamlet”. La consiguiente reclamación por los gastos médicos derivados de la enfermedad, llevó al padre de la chica a una larga disputa con el artista, hasta acordar una cantidad en concepto de indemnización. Elizabeth murió por sobredosis de láudano, la sustancia que pudo comenzar a consumir para aliviar los dolores provocados por su enfermedad respiratoria.
El cuadro de la pulmonía
- Título original: “Ophelia”
- Año: 1852
- Autor: John Everett Millais
- Museo: Tate Gallery, Londres (Reino Unido)
- Técnica: Óleo (76 x 112 cm)