spot_img

El Grito de Dolores, el mito sobre el comienzo de la Independencia de México

El Grito de Dolores provocó una de las primeras revueltas en la España americana a raíz de la invasión de las tropas francesas de Napoleón. Este «grito» realmente fue un discurso que promulgó el 16 de septiembre de 1810 el cura de la ciudad de Dolores, Miguel Hidalgo, conocido como el “Cura Hidalgo”, antes de iniciar una marcha violenta contra la capital del virreinato.

El Cura Hidalgo

Miguel Hidalgo y Costilla (1753-1811) provenía de una familia humilde pero pudo estudiar hasta graduarse en Teología y convertirse en maestro de filosofía. Sin embargo se decidió por la llamada religiosa, logrando importantes ascensos hasta convertirse en vicario y juez eclesiástico. Su carrera se truncó por un turbio suceso con las hijas de un hacendado. La Inquisición, que en América se encargaba sobre todo de la vigilancia y la disciplina de los eclesiásticos, actuó e Hidalgo terminó en el pequeño pueblo de Dolores.

Miguel Hidalgo el cura de Dolores
Miguel Hidalgo, el cura de Dolores

El cura había conocido el movimiento revolucionario que se estaba desarrollando en Querétaro (ciudad situada a unos 20 km de Dolores), donde asistía a las reuniones regularmente. Sin embargo la llamada Conspiración de Querétaro fue descubierta por las autoridades que actuaron en consecuencia, arrestando al corregidor de la ciudad que estaba implicado. Los capitanes Ignacio Allende y Juan Aldama lograron huir y dar la voz de alarma. Estos militares acompañaron a Hidalgo hasta el final.

El Grito de Dolores

En una noche de septiembre el cura Hidalgo pronunció su famoso discurso con “vivas” a la religión católica, a la Virgen de Guadalupe y al rey Fernando VII. También hubo arengas contra el mal gobierno y contra los españoles peninsulares (que pensaban eran aliados de los franceses).

El Grito de Dolores ha sido mitificado por los nacionalismos como precedente de los procesos de independencia pero en realidad fue una subversión social pero no política

Miguel Hidalgo contó sobre todo con apoyos de indígenas y mestizos, campesinos pobres y peones del campo y sobre todo de las minas, ya que Dolores estaba situada en la provincia de Guanajuato, una región minera situada al norte de México. Lo que se prometía era una reforma agraria con la promesa de devolver las tierras a sus “legítimos” dueños, la abolición de impuestos, como el tributo indígena y la abolición de la esclavitud.

El grito de Dolores de 1810
El grito de Dolores sucedió en la madrugada del 16 de septiembre de 1810

El cura logró reunir a unos 5.000 hombres, que tras pronunciar el Grito de Dolores y liberar los presos de la cárcel, comenzaron un viaje con destino México que era la capital del virreinato. El propio Hidalgo se autoproclamó Jefe Supremo del Ejército y más tarde le nombraron Capitán General de América (que suena a superhéroe de Marvel) y tomó como enseña una imagen de la Virgen de Guadalupe.

Igual te interesa...   Los últimos pensamientos de Simón Bolívar, de libertador a emigrante

Una revuelta sangrienta

El problema de todas estas revueltas de masas es que se terminan descontrolando y surge el radicalismo, como sucedió en Guanajuato donde masacraron a toda la población, incluidas familias enteras que se habían resguardado en al alhóndiga.

«¡Viva la religión!,
¡viva nuestra madre santísima de Guadalupe!,
¡viva Fernando VII!,
¡viva la América y muera el mal gobierno!»

Proclamas en el Grito de Dolores

Esta milicia sin control cuya fuerza radicaba sobre todo en su odio a los españoles, fue aumentando por miles y fueron atravesando lugares como Celaya o Guadalajara. Esta era la segunda ciudad más grande de Nueva España y lugar donde desarrollaron una inusitada violencia contra los hacendados. Los rebeldes fueron tomando ciudades como Querétaro o San Luis de Potosí hasta llegar cerca de la capital.

Los rebeldes llegan a la capital del virreinato

El exiguo ejército realista trató de hacerles frente con el coronel Trujillo, pero fueron derrotados en Monte de las Cruces. Poco pudieron hacer unos pocos miles de soldados, que aunque bien entrenados se tuvieron que enfrentar a un número cercano a los 80.000. Y aquí llegó el gran error del «General de América» Hidalgo. En lugar de atacar la capital decidió seguir el estilo de Aníbal Barca y regresó al norte, desperdiciando su gran oportunidad y regalando un precioso tiempo a los defensores de la ciudad virreinal. No se saben con seguridad las razones que le llevaron a obrar así, aunque lo más probable es que tuviera noticias de la llegada de fuerzas de defensa y quisiera evitar ser tomado por la retaguardia. Además tampoco conocía la aceptación de su revuelta en la capital cuya población sobrepasaba por aquellos tiempos de los seis millones de personas.

"El grito de Dolores" cura Hidalgo
La revuelta liderada por Miguel Hidalgo

Lo que es seguro es que su decisión no fue compartida por algunos de sus aliados y comenzaron las disensiones. Los realistas lograron reforzarse y formaron un contingente de unos 9.000 efectivos a cuyo frente se situó el brigadier Félix María Calleja (que logró el puesto de virrey dos años después).

Apulco y Puente Calderón, las batallas decisivas

Calleja fue en busca de los insurgentes y provocó dos batallas que fueron decisivas. La primera en Apulco (noviembre de 1810) donde logró derrotar a los revolucionarios y que provocó la división del ejército de Hidalgo en dos. Parte de sus hombres se fueron con Ignacio Allende y el resto siguieron a Hidalgo hacia Guadalajara, donde formó de manera efímera el primer gobierno insurgente, donde llevó a cabo alguna de las reformas que había prometido, como la abolición de los impuestos o la devolución de tierras a los indígenas.

Igual te interesa...   San Juan de Ulúa… allí comenzó todo

El 17 de enero de 1811, cerca de Guadalajara se registró la batalla final del Puente Calderón, donde los realistas formados por unos nueve mil veteranos se enfrentaron a cerca de ochenta mil hombres de Hidalgo (se habían vuelto a unir). Sin embargo la falta de instrucción militar de estos provocó que terminaran en desbandada. Tras la debacle, Hidalgo intentó huir a los Estados Unidos con un millar de adeptos, pero fueron traicionados por un terrateniente criollo que avisó a las autoridades y fueron detenidos.

El final de los insurgentes y de sus cabezas

Tanto Hidalgo como sus lugartenientes Allende y Aldama fueron llevados a juicio y ejecutados en julio de 1811. Como aviso, sus cabezas se expusieron en jaulas situadas en las esquinas de la Alhóndiga de Guanajuato (el lugar donde habían masacrado a la población). Esta exhibición tan macabra duró diez años, el mismo tiempo que se prohibió difundir la imagen del cura Hidalgo.

La revuelta de Morelos y el Plan Iguala

Solo un año después de la revuelta de Hidalgo, José María Morelos realizó otra intentona similar. Morelos también era cura, pero menos intelectual y más práctico que Hidalgo. A todo lo demandado por su predecesor, añadió el igualitarismo social y racial. Igual de radical que el de Dolores, sus líderes compartieron final, ya que fue detenido en 1815 y ejecutado. Ambas revueltas tuvieron en común su radicalismo, y por ello tanto criollos como peninsulares se unieron en defensa de la legalidad vigente y sobre todo de sus propios intereses.

Agustín Iturbide y el Plan Iguala
Agustín Iturbide y su «Plan Iguala»

Tras el Pronunciamiento de Riego en 1820 (que fue el comienzo en España del Trienio Liberal), las élites americanas decidieron actuar. Temiendo que los cambios políticos pudieran afectarles, decidieron apoyar la independencia que lideró el militar criollo Agustín Iturbide con su Plan Iguala.

Iturbide no pretendía una ruptura total con la metrópoli sino más bien una unión simétrica, ya que incluso México sería gobernado por un infante español. Abogaba además por la igualdad entre criollos y peninsulares ,y por la unidad religiosa bajo el catolicismo. Sin embargo el plan fue rechazado por Fernando VII y México siguió su camino. Se transformó en una República Federal en 1823, tras intentar durante dos años un Imperio con Iturbide al frente.

El mito del Grito de Dolores

Es un hecho mitificado en exceso ya que no pasó de ser una rebelión provincial originada por los indios y extremadamente sangrienta, motivada sobre todo por la opresión, la miseria y el hambre que sufrían (durante los años 1809 y 1810 hubo grandes sequías que provocaron una larga crisis agrícola).

Algo parecido sucedió en Perú con la rebelión de Tupac Amaru. Ambas rebeliones fueron usadas por la mitología nacionalista como precedentes de los procesos de independencia de ambos países pero en realidad fueron subversiones sociales contra las oligarquías pero no políticas.

spot_img

ÚLTIMOS ARTÍCULOS

Autor

Comparte

1 COMENTARIO

  1. Me parece que deberían hacerse menciones a la rebelión del sacerdote Morelos en el sur de México, que nació enraizada con ésta, pero que tuvo una proyección mucho mayor: Zapata

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí