El oráculo de Delfos era un santuario dedicado al Dios Apolo y que se hizo con una gran fama en la Grecia antigua por las predicciones de sus sacerdotisas.
Los ciudadanos podían consultar al oráculo en determinados días del mes, previo pago y sacrificio de algún animal. Las sacerdotisas estaban situadas en una gruta donde escuchaban las demandas y entonces entraban en trance. Estas daban las pertinentes predicciones a un sacerdote, el cual lo transmitía a los “clientes”. Hoy en día se sabe que la gruta donde se situaban las sacerdotisas emanaba ciertos gases, por lo que el “trance” era más bien un “colocón” en toda regla. Es por ello que se tenían que relevar cada cierto tiempo, ya que terminaban realmente perjudicadas por tanto gas.
Estas sacerdotisas eran llamadas pitonisas, ya que el santuario se encontraba en un lugar conocido como Pito.