Desde el siglo XI la peregrinación a Santiago se convirtió en un fenómeno sin parangón en la península ibérica, convirtiéndola en el tercer lugar sagrado de la cristiandad con Jerusalén y Roma.
El camino de Santiago fue una gran oportunidad para los reinos cristianos peninsulares que no dejaron escapar, convirtiéndose en un referente para los cristianos de todo el mundo ya que les permitía un viaje mucho más corto a un lugar sagrado para la cristiandad.
El descubrimiento de la tumba de Santiago
Durante el reinado de Alfonso II el Casto, rey de Asturias entre 791 y 842, se realizó un descubrimiento que resultó ser de enorme importancia tanto en la península como en Europa: la tumba del apóstol Santiago. Aunque existen pocas certezas sobre su descubrimiento, debió producirse entre los años 818 y 842. Menos dudas sobre su ubicación ya que los restos del obispo Teodomiro, debajo de la nave central de la Catedral, hacen indicar de la importancia del lugar.
La nueva peregrinación fue una gran oportunidad para los monarcas asturleoneses y les sirvió de consolidación frente a Al-Ándalus y de prestigio de cara a la cristiandad europea. Santiago se convirtió en el estandarte de la lucha contra los musulmanes. Incluso Almanzor, hayib del califato, en una de sus campañas de castigo en 977 destruyó la ciudad de Santiago, pero respetó la tumba del apóstol.
Muchos promovieron estas peregrinaciones, entre ellos cabe destacar los monjes cluniacenses que recibieron importantes donaciones de los monarcas. Ya en el siglo XI comienza las construcciones que facilitaran el acceso al lugar, puentes, caminos, hospitales y albergues que incrementaron enormemente el número de peregrinos. En el año 1075 comenzó la construcción de la actual Catedral, levantada sobre los anteriores.
Las peregrinaciones inglesas
Tras el descubrimiento de la tumba del apóstol, se crearon multitud de caminos y rutas desde cualquier punto de Europa. Según los datos, los ingleses ya eran muy aficionados a las peregrinaciones a Roma, por lo que el descubrimiento de la tumba les permitía un viaje mucho más corto. El mar Cantábrico era la barrera que separaba la península de las islas, pero su peligrosidad no evitaba que muchos usaran este trayecto más rápido y directo. El viaje a través de Francia se hacía más sencillo y frecuente, el Canal de la Mancha era menos peligroso, aunque les obligaba a continuar la ruta por tierra hasta Santiago a través del Camino Francés.
Los ingleses se referían al rey de León como rey de Santiago
Los puertos que recibían a los peregrinos eran San Sebastián, Castro Urdiales, Laredo, Gijón, Ribadeo y sobre todo La Coruña, el más destacado de todos, desde donde se creó el llamado Camino Inglés que unía esta localidad con Santiago. Era tan importante este destino que se le consideraba el puerto de Santiago. Los ingleses utilizaron principalmente los puertos de Dartmouth, Plymouth, Bristol, Southampton, Londres y Newcastle. Desde Irlanda se embarcaban desde Galway, Dingle, Waterford, Kinsale y Dublín. Rochelle, Burdeos y Bayona eran los destinos en la costa francesa.
Se tiene constancia de estos viajes desde las islas británicas desde finales del siglo XI, encontrando nombres ilustres como San Godric o Matilde de Inglaterra. La hija del rey inglés Enrique I y esposa el emperador Enrique V, no sólo visitó la tumba sino que además se llevó de regalo una mano del apóstol. Fue tan importante el hallazgo que los cristianos ingleses se referían al rey de León como rey de Santiago.