El Pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago de Compostela, obra culmen del románico europeo, fue realizada por el Maestro Mateo y la ayuda de sus colaboradores, en la segunda mitad del siglo XII.
Tras la crítica situación del Pórtico de la Gloria con constantes desprendimientos de los materiales y agravado aún más por los lesivos productos que se le administraron en las últimas intervenciones.
La recuperación de una reliquia de este tipo lleva una serie de complejos procesos que han de realizarse minuciosamente:
Se comienza la reconstrucción realizando un escaneado y fotografías para poder concretar tanto el número de capas que pueda haber de policromías, barnices, morteros,… Con los datos obtenidos se procede a realizar una aproximación a la datación histórica de las mismas.
Se han testado productos para la fijación, limpieza y consolidación de los materiales mediante el sometimiento a ciclos de envejecimiento en condiciones semejantes a las del Pórtico. Entre los resultados obtenidos y contrastados en el laboratorio e in situ destacaron tres policromados al óleo que hicieron cambiar la imagen de la obra. En el laboratorio se realizan entre otras técnicas: la cromatografía de gases en la que se volatiliza la muestra y se inyecta en la cabeza de un mechero de una columna cromatográfica para transportar el analito por la columna y cuya finalidad es separar las mezclas orgánicas para determinar los componentes de la muestra. La espectroscopia infrarroja para identificar los compuestos y poder analizar su composición y la espectroscopia Raman para el estudio de los modos de baja frecuencia. También un análisis estratigráfico de la piedra con la que está construida la obra y la difracción y fluorescencia de rayos X para la identificación de fases cristalinas.
Con la microscopía estereoscópica realizada a cada estatua se ha podido apreciar la policromía más antigua en un ángel que porta la columna y todavía conserva el lapislázuli de su decoración medieval. Se confirman otros pigmentos como bermellón, negro carbón vegetal y de huesos, pigmentos terrestres,… todos con aceite de lino como aglutinante. Los estudios confirmaron el empleo de láminas de oro puro y algunas otras de plata. Las vestiduras fueron realizadas con la técnica del estampillado sin relieve, es decir, con un sello (de metal, madera, piedra…) sobre la que estaba grabado el dibujo y después se presiona en la figura dejando la marca deseada.
Destacan las encarnaciones en rosado claro aplicada en capas muy finas. La segunda policromía que fue en el siglo XVI coincidiendo con las primeras modificaciones importantes y las realizadas en la portada exterior y la última que es la más aproximada a lo que se ha podido ver en la hasta la restauración y se data en el siglo XVII. Como materiales analizados se han encontrado diferentes pigmentos como verde de cobre, laca roja obtenida de cochinilla, blancos de plomo, encarnaciones de albayalde y láminas de oro puro, entre otros. Sus encarnaciones son más intensas y se aprecia la decoración de brocados, posiblemente realizados con la técnica del estofado. En la tercera policromía la paleta cromática es similar a la renacentista y es la que se aprecia en la actualidad. Contiene mayor cantidad de láminas de oro. Únicamente se han retirado los restos nocivos y se han mantenido los colores conservados.
Con los resultados obtenidos se procede al cepillado de sales, desbiotización, limpiezas de piedra y policromías, sellados de juntas y adhesiones, retirada de morteros y acabados plásticos y a la fijación de la obra a modo de prevención. Posteriormente se monitorizan las condiciones de secado y ambientales para poder mantenerlo en una buena conservación y evitar causar daños que lo puedan perjudicar. Se eliminan los materiales que puedan causar deterioro como costras, suciedad, depósitos biológicos,…
Y detrás de todo esto, un gran equipo de profesionales cualificados que han dedicado muchas horas de trabajo.