Siempre que hablamos de las invasiones bárbaras nos referimos a las que ocurrieron sobre Europa en los Siglos III y IV y que cambiaron el panorama europeo hasta entonces bajo el yugo del Imperio Romano. Sin embargo varios siglos antes, en el s.II a.C., una tribu germánicas de origen en la península de Jutlandia (actual Dinamarca), los cimbrios a los que se le unieron otras tribus, teutones y ambrones, decidieron buscar tierras en zonas del sur y pusieron en seria amenaza al hasta ahora invicto mundo romano.
En el 113 a.C. llegaron a la región de Nórica, pueblo aliado de Roma por lo que estos acudieron a su defensa. El cónsul romano Gneo Papirio Carbo, político sin experiencia en la guerra pero con muchas ansias de gloria militar, estaba decidido a aniquilar completamente a las tribus invasoras. Sólo tenía 1 año de mandato y quería alcanzar la gloria (los cónsules generalmente no se reelegían). Sin embargo, pese que había pactado que estos abandonaran la zona, engañó al jefe cimbrio, Boirix, atacándolos en retirada. La venganza bárbara fue tremenda y la aniquilación de las legiones de Carbo fue total en Batalla de Noreya. Carbo escapó con vida de milagro pues fue derribado del caballo, sin embargo, sin gloria y con el fracaso obtenido terminó suicidándose. Los Cimbrios y sus aliados, en lugar de marchar al sur sobre la península italiana, decidieron partir rumbo a las Galias. Estas bajo el dominio romano intentaron detenerlos con nuevos fracasos militares. Estas tribus no querían sólo el botín sino un hogar. Viajaban con sus familias y buscaban una zona para asentarse y quedarse. La nueva tierra no cambió la situación pues trajo sucesivas derrotas (107 a.C.) de los ejércitos romanos a los mandos de los cónsules Marco Junio Silano y de Lucio Casio Longino (este incluso falleció en combate). Pero lo peor estaba por llegar…
En el 105 a.C. se libró la Batalla de Arausio (en Orange, Francia) que sería el mayor desastre militar de la historia de Roma. Bajo el mando del cónsul Cneo Malio Máximo, y del procónsul Quinto Servilio Cepio, se organizaron dos enormes ejércitos que podía alcanzar los 150.000 soldados entre legiones y tropas auxiliares. Aunque los datos no están claros, se estima que las tropas bárbaras, principalmente formadas por cimbrios y teutones, doblaban este cifra. El desastre romano fue total. La desorganización causada por las trencillas y envidias entre los comandantes provocó una derrota que superaba en bajas a la sufrida en Cannas ante el cartaginés Ánibal (216 a.C.). La tasa de muerte fue impresionante, 80.000 romanos fueron masacrados en una sola tarde. Esta derrota suponía un enorme riesgo para Roma, un pueblo acostumbrado a las victorias y a invadir y que ahora podría fácilmente ser invadido.
Sin embargo sorprendentemente en lugar de dirigirse a la península italiana fueron a Hispania a través de los pirineos. durante este tiempo Roma debía buscar una solución definitiva. Tras 8 años sufriendo derrota tras derrota (años 113, 109, 107, 106, 105,…) decidieron elegir un comandante con suficiente experiencia en la guerra que les librara de esta situación desesperada. El elegido no fue otro que Cayo Mario, el cónsul que había derrotado a los Númidas del rey Yugurta. Tan importante fue este cónsul en la historia de Roma que fue elegido hasta siete veces pese a que era un cargo de sólo un año no renovable. Pero los cimbrios estaban entretenidos en Hispania y el tiempo se había alargado mucho más de ese año y todavía eran una gran amenaza para Roma, por lo que el senado hizo una excepción (bueno en realidad siete :)).
En el año 102 los bárbaros emprenden por fin el viaje hacia las entrañas de Roma, deciden pasar de Hispania a Italia atravesando los Alpes. Mario decide detenerles en los alpes con fortalezas y logra detenerlos. Por vez primera han logrado pararlos en muchos años de derrotas. Pero los bárbaros buscan un paso para llegar. Tras rechazarlos en Arausio marcha hacia hacia Aquae Sextiae, en la Provenza. En un lugar escogido por Mario, se celebró la Batalla de Aquae Sextiae donde por fin logró derrotar a una mezcla de teutones y ambrones. En la batalla fue decisiva la experiencia táctica de Mario antes un rival muy superior en número (tres veces más), pués según contó Plutarco, entre los bárbaros lucharon hasta las mujeres. Pese a esta victoria todavía hay muchos bárbaros dispuestos a combatir y en un número enorme.
Lo cimbrios estaban todavía invictos y Mario lo sabía. Se considera que las hordas bárbaras habían sido reducidas en un 50% lo que significa que les quedan aún muchos guerreros. Cerca del Po los cimbrios propusieron una tregua a Mario y le piden un terreno donde establecerse. En ese momento desconocían la derrota de los teutones y ambrones. Cuando se enteran prometen venganza.
El 30 de julio de 101 a. C. a las afueras de una aldea llamada Vercelli (Italia) se desarrolló una de las batallas más importantes de la historia Romana, la Batalla de Vercelli. Allí Mario había logrado reunir a unos 50.000 soldados. Frente a ellos el doble de cimbrios entre los que destacaban unos 15.000 jinetes. Pero el cónsul lo tenía todo previsto, incluso atacó a la hora en la que el sol más hacía brillar la armaduras de sus legionarios, causando mayor impacto sobre los bárbaros. La victoria fue total y todos los cimbrios fueron aniquilados. Se habla de más de 100.000 fallecidos cimbrios, lo que suponía el final de esta amenaza que había durado 13 años.