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La Tregua y la Paz de Dios

A finales del siglo X, el sur de Francia era un nido de conflictos entre los señores feudales que pugnaban por conquistar territorios ante la debilidad de la monarquía. Estos enfrentamientos provocaban un enorme sacrificio al pueblo llano que era el que sufría las consecuencias en forma de hambre y muerte. Estos conflictos dieron pie a una serie de treguas que se denominaron la Paz de Dios y la Tregua de Dios. No olvidemos que estamos cerca del año 1000 y se pensaba que llegaría el fin del mundo y el Juicio Final, con la visita del anticristo al cumplirse el milenio de la muerte de Jesús.

Paz de Dios

Se buscaba poner fin a los abusos de los nobles y algunas asambleas locales fueron dando forma a la solución del conflicto social, que en algunos casos contó con el apoyo de algunos señores. Los obispos Clermont y Le Puy estuvieron al frente de estos primeros movimientos. El primer gran acuerdo llegó tras el concilio de Charroux celebrado en el año 989, que proclamó la Paz de Dios, Pax Dei, un periodo de paz «garantizado por Dios», donde aquel que no lo cumpliera, por ejemplo robando o maltratando a los campesinos, mercaderes o clérigos, sería excomulgado. Veinte años más tarde se extendió la paz a gran parte de Francia, tras un acuerdo de los nobles y obispos de Orleans lo que garantizaba un periodo de paz tras muchos años de guerra casi continua. Tras unos años donde la «paz» se fue desvaneciendo volvió a impulsarse en 1022 en el concilio de Verdun-sur-le-Doubs, donde se añadió la protección a las propiedad del clero, como iglesias o tierras bajo su mando.

paz de dios
La Paz de Dios entre el clero, los nobles y el pueblo

Tregua de Dios

La principal diferencia entre la Paz y la Tregua de Dios, era que la primera se ocupaba de las proteger a las víctimas de los nobles y ahora se iba a ocupar directamente de estos y de sus combates.

En 1027 se celebró el Sínodo de Elna que ampliaba la anterior Paz de Dios. Ahora los combates quedaban regulados a determinadas fechas, quedando prohibidos durante algunos periodos del año. Por ejemplo por descanso en el día del señor, no se podía combatir entre el sábado por la tarde y el lunes por la mañana, respetando el periodo dominical de misa. Los periodos se ampliaron a fechas concretas como Adviento, Navidad o Semana Santa aunque no se cumplía en todos los los territorios. Esta treguas se extendieron fuera de los territorios francos como en Flandes o en Cataluña, instaurado tras el Concilio de Gerona de 1068. A finales de siglo llegó también al Sacro Imperio tras los concilios de Lieja, Colonia y Mainz.

En Normandía se dio un nuevo empujón a la paz bajo Guillermo el Conquistador, lo que se llamó la Paz del Rey (aunque en realidad era el duque de Normandía y rey de Inglaterra), que en realidad sirvió para asentar las bases de soberanía en sus territorios.

Las cruzadas, primera consecuencia

Este periodo de relativa paz entre cristianos trajo una primera consecuencia: la Primera Cruzada en Tierra Santa. En 1095 Urbano II promovió la conquista de los lugares donde había nacido y vivido Jesús, de esta forma los conflictos se desplazaron fuera de Europa y los cristianos se unían en la lucha contra el infiel.

La monarquía y el clero fueron los mayores beneficiados de estos movimientos pacifistas. El rey de Francia (como el resto de monarcas europeos) logró fortificar su poder y soberanía con nuevos modelos de vasallaje con los señores feudales. El clero logró asentar la autoridad del papa y un nuevo fervor religioso aumentó sus riquezas.

Urbano II y la Primera Cruzada
Urbano II y la Primera Cruzada
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