Una de las curiosidades de la historia que hemos descubierto era como podían conocerse y enamorarse siglos atrás, sin fotos, correos o redes sociales cuando la primera vez que se se veían era el día de la boda. El caso del rey Prudente, Felipe II, que por aquel entonces lo era solo de Nápoles, y la reina María I de Inglaterra en el siglo XVI, es un buen ejemplo de los que podía suceder en el caso de boda políticas como eran habituales en la época.
Los primero que disponían era de los retratos. El problema que a diferencia de las fotos actuales, podían hacer justicia (para bien o para mal) o no… el hijo del emperador Carlos V nunca supo quien fue el artista del retrato que recibió María pero siempre sospecho que no fue muy sincero y exagero su belleza.
«La naturaleza no parece capaz de labrar un modelo tan perfecto»
(sobre Felipe II)
Luego disponían de informes. Se enviaban personas de confianza a recabar todo tipo de detalles de la persona, tanto físicamente como de comportamiento. La reina Tudor recibí uno realmente minucioso que detallaba a nuestro Felipe con frases como «de rostro bien parecido», «nariz recta y rostro varonil», «su forma de caminar es digna de un príncipe», «cuerpo perfectamente proporcionado» incluso llegando a indica que «la naturaleza no parece capaz de labrar un modelo tan perfecto». Esta excesivamente aduladora descripción fue realizada por John Elder, que no se sabe si realmente conoció a nuestro monarca universal o si bien pudo fijarse en alguno de los retratos de Tiziano.
Tanto los informes como los posibles retratos, exagerados o no, hicieron encender la llama del amor de María Tudor, hija de Enrique VIII. Pese a que Felipe nunca sintió la misma pasión por la británica, el 25 de julio de 1554 se casaban en la catedral de Winchester, dos días después de conocerse en persona.
Gracias al conocido gusto que tenía nuestro Austria por los papeles, la reina inglesa de la casa Tudor le mostró todos los informes que había recopilado sobre su persona y de esa forma hemos podido conocer esta curiosidad de la historia. Así fue como María I de Inglaterra se enamoró locamente de Felipe II, que era, además, su tía segunda. Cosas de las dinastías.
Me gusta la historia universal, sencilla y práctica. gracias.
Muchas gracias Socorro. Un abrazo!
Q interesante este articulo, como todos los q escribes.
¡Muchas gracias Pepa! Un abrazo.