Durante la Guerra Civil Inglesa (1642 a 1651) aumentó el puritanismo en la sociedad y las brujas fueron el objetivo para la solución de todos los males. Se oían historias sobre brujas malvadas que causaban las catástrofes que asolaban al país. Así surgieron personajes como Matthew Hopkins que iban a saber explotar toda esa locura colectiva.
Jacobo I, rey contra los demonios
La protección contra el maligno era una enorme preocupación para el pueblo, incluso el propio rey Jacobo I (1603-1625) había escrito un libro que explicaba métodos para librarse de demonios, vampiros y hombres lobo, ‘Daemonologie‘, publicado en 1597 (algunos años antes de su acceso al trono inglés). Esta obra fue usada por Matthew Hopkins como guía para buscar pruebas de brujería aunque las razones principales que le movían eran principalmente económicas. Convirtió la caza de brujas en un servicio social y un gran beneficio personal.
Matthew Hopkins, Cazador General de Brujas
Hopkins, nombrado (o mejor dicho autonombrado) Witch-Finder General (Cazador General de Brujas), fue temido como confidente y acusador que llevó a una especie de histeria sobre las brujas en el país, instaurando entre los años 1645 y 1647 un periodo de auténtico terror. Durante este periodo, el cazador fue el causante de la ejecución de cerca de dos centenares de mujeres acusadas de brujería, aunque las cifras son difíciles de calcular con exactitud (230 para la Enciclopedia Británica, 200 para ichistory.com aunque para headgatetheatre.co.uk no llegaban a la centena).
Matthew Hopkins hizo un gran negocio buscando “personas malvadas”
Elizabeth Clarke fue su primera víctima en 1645. Su madre había ya había sido colgada acusada de brujería y Matthew Hopkins se valió de ello y de la tortura para acusarla hasta que confesó. Y no sólo “admitió su pecado”, también acusó a otras mujeres de su entorno. El cazador de brujas comenzaba su negocio que le permitió ganar grandes cantidades de dinero ejecutando a mujeres inocentes, y todo gracias al miedo y a la histeria popular.
La histeria contra las brujas llego a un punto que los aldeanos contrataban a Matthew Hopkins para conseguir confesiones mediante tortura y conseguir que las supuestas brujas fueran colgadas. El cazador de brujas no trabajaba solo, tenía ayudantes de los que destacaba John Stearne y llegaron a dividirse para aumentar la búsqueda de “personas malvadas”, como las llamaba el propio Hopkins.
Desde 1647 la demanda de sus servicios disminuyó en parte por el alto coste que suponía para las ciudades y por sus métodos, que comenzaban a ser cuestionados. Además Matthew Hopkins enfermó en primavera y terminó muriendo en agosto de ese mismo año, probablemente de tuberculosis.
Cómo detectar brujas
A veces no hacía falta una confesión bajo “presión” o tortura, un simple lunar o verruga, un ojo entrecerrado, una cara arrugada de una anciana eran interpretados como símbolos del maligno. Existía la creencia que las brujas no podían ser heridas con cuchillos por lo que Hopkins usó un puñal retráctil cuya hoja se escondía en la empuñadura, de esta forma se aseguraba de no herir a la incauta “bruja”. Otra forma de obtener confesiones era dejar varios días sin comida a las acusadas que, finalmente, no sólo confesaban lo que fuera sino que en la desesperación acusaban incluso a propios familiares.