Roma comienza un nuevo auge en el siglo XV tras la crisis sufrida por la conquista de las invasiones bárbaras, devolviendo el pleno esplendor vivido en el época alto imperial.
Uno de los primeros Papas de esta nueva etapa romana fue Silvio Piccolomini (Pio II), también llamado el Papa arqueólogo, promocionó excavaciones y escribió dos libros de historia.
El Papa Alejandro VI, el famoso papa Borgia, fue tratado por la leyenda negra como corrupto, asesino y mujeriego. En realidad no hizo nada muy diferente a sus predecesores o sucesores, pero lo que realmente molestaba a la Italia de finales del siglo XV era que el trono de San Pedro lo ocupara alguien no nacido en Italia, y español para más inri. Rodrigo Borgia tenía un nivel intelectual altísimo y gracias a él llegó el renacimiento a España; trajo a grandes artistas italianos y promocionó el comercio de obras de arte con Valencia y Barcelona. Suya fue la idea de decorar la capilla Sixtina con frescos aunque su repentino asesinato evitó la culminación de su obra. Sí logró terminar los artísticos pasillos que conducen a ella. La decoración de la Capilla Sixtina se terminó bajo el mandato del Papa Julio II.
Reformas urbanísticas
El Papa Julio II y sus sucesores trataron de regularizar la ciudad, buscando vías para unificar los centros de culto y formas de revigorizar la ciudad medieval uniéndola con la antigua muralla de Marco Aurelio. El urbanismo fue el principal foco eclesiástico. Trajeron obeliscos de Egipto y no faltó uno de ellos en ninguna plaza principal de la ciudad. Para evitar la sensación de caos, no permitieron solares vacíos, mandando construir un muro en cada uno de ellos. El paisaje también fue muy importante; habían estudiado donde colocar árboles, parques y jardines. Pero su preferencia siempre fue unir los centros de peregrinación. En el proyecto del Papa Sixto V, realizado por Domenico Fontana, ya aparecen los puntos eclesiásticos con calles muy largas y rectas. En esta época se realizan grandes plazas como Piazza Popolo o Piazza Navona entre otras muchas otras. Las plazas eran muy importantes y querían llenar Roma. Para hacerlas más espectaculares y poderosas dotaron a cada una de ellas de gran cantidad de fuentes, que eran auténticas obras de arte y una forma de representar su poder. Realizadas algunas de ellas por el maestro Bernini e incluso por su padre, también escultor. Se llegaron a construir 27 fuentes en 15 años.
Roma tuvo su parte “española” en el Templete de San Pedro, construido por los Reyes Católicos. No había español que al viajar allí no lo visitara y dejara su nombre, pudiendo también pernoctar allí si lo deseaba. También se construyó el claustro de Santa María della Pace, pagado por el Cardenal de Nápoles durante el periodo en que el reino del sur de Italia era posesión hispana. En este claustro se pueden apreciar columnas de los tres órdenes arquitectónicos: dórico, jónico y corintio.
En época del Papa Francisco Borgia, quien también fue Duque de Gandía, se construyeron dos iglesias nacionales españolas en Roma: Iglesia Santiago de los españoles en Piazza Navona, la que actualmente es Nostra Signora del Sacro Cuore y Santa María in Montserrato.
Los franceses construyeron una iglesia dedicada a su rey cruzado Luis IX, San Luis, con estructura italiana y decoración francesa en la que un Caravaggio recién llegado a la ciudad de las siete colinas realizó las imágenes de la capilla, una auténtica carta de presentación.
En la Roma de las familias hablamos de los Chigi, los Barberini, los Borghese y los Farnese.