Reposaba en su lecho Pértinax, un noble de avanzada edad que había sido un importante consejero del emperador Marco Aurelio. Ya se habían acabado los días del filósofo-emperador, ahora la aureola imperial la ostentaba su excéntrico hijo Cómodo que ya había exterminado a muchos de los que habían servido a su padre.
Un sirviente lo despertó. Su voz era de pánico. En su casa se habían presentado los altos miembros del pretorio, juntamente con un destacamento de pretorianos que se adentraron en su dormitorio. El sexagenario, perturbado por su suerte, pensado vivir sus últimos minutos de existencia dijo: «Desde hace mucho tiempo, todas las noches, he estado esperando este fin de mis días (…) me sorprendía que Cómodo retardara su actuación contra mi”.
Uno de los jefes pretorianos le habló: «Esta visita (…) no es para tu ruina; su objeto es nuestra propia salvación y la del imperio (…) el tirano ha muerto (…) estamos aquí para poner el imperio en tus manos”.
La incredulidad de Pértinax seguía. Menos dormido que al principio y más molesto les espetó: “¡Dejad vosotros de burlaros de un viejo!”. Parece que se resistía a vivir el hombre, comprensible por toda la sangre que hizo derramar el joven Cómodo de grandes hombres.
«El tirano ha muerto, estamos aquí para poner el Imperio en tus manos»
El prefecto del pretorio le acercó un documento, anunciándole que era la letra del difunto emperador. El escrito contenía una lista negra de todos los que había que matar en breve, entre ellos, algunos miembros de la familia imperial y del pretorio. La muerte sobrevino al emperador por acción de los primeros sentenciados por aquellas letras. Al ver aquella lista, el añoso senador entendió todo el revuelo.
Así pues, empezó el año y empezó un nuevo mandato. Publio Helvio Pértinax, senador de avanzada edad asumiría el mando del Imperio después de Cómodo. No lo haría por mucho tiempo. Las buenas decisiones que tomó agradaron al pueblo, sanaron y cicatrizaron las heridas que sangraban por el terror que había implantado su antecesor. Los únicos que estaban molestos con el nuevo emperador, incomprensiblemente, eran parte de los pretorianos que había rebajado atribuciones y poder.
Descontentos, un grupo de pretorianos, añorando los días de gloria que tuvieron con Cómodo (por hacer y deshacer a su gusto) asesinaron a Pértinax tres meses después de proclamarle emperador y pusieron el Imperio a la venta, al que mejor les pagara!!! Los años venideros se experimentó una militarización del poder imperial que sería el preámbulo de la crisis del siglo III.