De principios del siglo XII, esta magnífica construcción fue la mayor fábrica de Europa durante muchos siglos lo que convirtió a la pequeña república en una potencia naval en el Mediterráneo. No es de extrañar que por ejemplo en la batalla de Lepanto aportara más navíos que nadie en la Liga Santa contra el imperio otomano.
El enorme complejo industrial llegó a emplear a varios miles de personas (se habla de unos 16.000 aunque es probable que esta cifra fuera muy inferior, unos pocos miles) que vivían en los barrios de alrededor del complejo, que ocupaba el 15% del terreno de Venecia y para el que se destinaban cerca del 10% de todo el presupuesto de la república. Lo realmente innovador fueron sus medios de producción. Fue la primera noción de trabajo en cadena, aquella que popularizara Henry Ford a principio del siglo XX. Mediante un sistema de canales, los barcos iban pasando por las distintas fases de montaje lo que les permitía una eficiencia mucho mayor que cualquier de cualquier arsenal de la época y podían tener terminado un barco diario.
Como estrella del mediterráneo, fueron las galeras el barco estrella de sus arsenales, pero según evolucionó las naves y su tecnología, se fabricaron otros barcos como las galeazas o galeones, que sustituían los remos por velas e iban fuertemente artillados. Las armas de fuego de los navíos también se fabricaban en el complejo.
Desgraciadamente en 1797 Napoleón acabó con el orgullo de la industria veneciana y prácticamente quedó destruido. Ya con la unificación italiana fue reconstruido y usado como puerto naval. Actualmente se usa como centro de exposiciones y museo naval.
Nota: Galileo de 1592 a 1610 fue consultor del Arsenal de Venecia y lo elogió en su último libro.
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